22 de septiembre: Día Internacional de la Ciudad sin Auto
22 de septiembre: Día Internacional de la Ciudad sin Auto
El 22 de Septiembre en varias ciudades del mundo, se invita a participar del proyecto "La ciudad sin mi auto" también conocido como "Un día sin mi auto"
Se estima que alrededor de 100 millones de personas en los 5 continentes dejarán su vehículo en su casa con el fin de evitar la contaminación ambiental.
En el año 2002, Buenos Aires adhirió por primera vez al Día Internacional de la Ciudad Sin Mi Auto que se realiza con éxito desde hace varios años en 813 metrópolis del mundo.
Este día es promovido por la Unión Europea (UE) y por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y dirigentes de unas 1.500 ciudades. En Argentina se lucha para lograr que la sociedad tome conciencia y en este día elija otro medio de transporte que no sea su auto; en otros países como Chile, Perú y Colombia esta jornada se realiza durante una semana.
El impulso es tratar de que por lo menos, un día al año los ciudadanos dejen su vehículo en casa y en forma alternativa utilicen algún otro medio de transporte hacia sus destinos, él cual, puede ser un servicio público, la bicicleta o caminando durante todo el día.
La jornada invita a reflexionar sobre la necesidad de lograr una movilidad urbana más respetuosa del medio ambiente, y en La Plata es impulsada por el “Movimiento hacia una ciudad sustentable”, que agrupa a distintas organizaciones ambientales.
“Hay una dependencia enorme con el auto y a veces es injustificada. No se pretende que no se use más, sino que en este día se pueda compartir el viaje y dar lugar a que la ciudad sea transitada por más bicicletas y otras formas de movilidad como las patinetas y patines”.
La celebración de los días sin coches, que han cobrado importancia ciudadana en los últimos años, y que se ha extendido por diversos lugares del mundo, es sin embargo una experiencia con cierta tradición. Ya en la primera crisis energética, en 1974, diversos gobiernos nacionales, regionales y locales europeos desarrollaron la idea impulsados por la preocupación por el suministro de petróleo que conmocionó entonces a la opinión pública. Se trató, en general, de una mera prohibición del tráfico motorizado dominical. Todo tipo de vehículos sin motores de combustión hicieron las delicias de los reporteros gráficos, mientras que las poblaciones afectadas aprovechaban para recuperar el espacio perdido y aprender las ventajas colectivas de la desmotorización privada en unos auténticos días de fiesta. La experiencia duró tan poco como la crisis petrolífera.
Pasada la mitad de los años ochenta se volvió a proponer la celebración de jornadas sin coches, pero esta vez a partir de la iniciativa de las organizaciones ecologistas y de defensa de la bicicleta. El domingo 20 de septiembre de 1987 se celebró en toda Europa y con el patrocinio de la entonces Comunidad Europea una jornada sin coches. En Barcelona fueron los Amigos de la Bicicleta el grupo más activo, mientras que en Madrid las organizaciones ecologistas AEDENAT y COMADEN -ahora integradas en Ecologistas en Acción- se juntaron con Pedalibre para promover un "Pleno sin coches" en las puertas del Ayuntamiento; los concejales de los distintos grupos políticos fueron invitados a participar acudiendo al consistorio en medios de transporte alternativos y a suscribir una declaración de apoyo al objetivo de la jornada: sólo acudió un concejal de Izquierda Unida.
La última oleada de iniciativas surge en la recta final de los noventa y se dirige especialmente a las jornadas cruciales para el tráfico: los días laborables. Los promotores principales son las instituciones europeas y los gobiernos de varios países, aunque también existen aisladas pero valiosas aportaciones de movimientos sociales. Se refleja así el cambio en el discurso dominante sobre la movilidad urbana; un cambio que se había venido produciendo desde el inicio de la década a través de diversos documentos oficiales, los cuales alertaban sobre los problemas ambientales del automóvil y sobre la necesidad de cambiar las políticas de tráfico en las ciudades.
La ciudad sin mi coche
De ese modo, tras el éxito de la convocatoria de 1999 en Francia e Italia, es la Comisión Europea la que apoya en 2000 el día europeo "¡La ciudad, sin mi coche!", el 22 de septiembre. A su sombra también lo promueven distintos organismos de las administraciones de cada país como el Ministerio de Medio Ambiente y el Instituto para la Diversificación y el Ahorro Energético (IDAE) en España, que coordinan las actuaciones de los diferentes ayuntamientos adheridos. Cada ciudad que participa está obligada a limitar el tráfico en una zona determinada y a proporcionar ventajas para los medios de transporte alternativos (peatones, ciclistas y transporte colectivo).
Como la propia convocatoria del día sin coches de 1999 en Cataluña indicaba certeramente, el objetivo principal de este tipo de celebraciones es la auto-reflexión, es decir, la reflexión individual y colectiva sobre el uso del automóvil en la ciudad. Se trata por tanto de una propuesta pedagógica en el campo de la educación cívica y ambiental, cuyo propósito no puede ser otro que modificar la cultura del automóvil imperante. Es por ese carácter esencialmente cultural y didáctico por lo que las iniciativas actuales de las jornadas sin coche suscitan a la vez esperanzas y recelos.
Esperanzas, porque sin la modificación de las ideas dominantes en materia de movilidad no es posible ni siquiera la racionalización del abuso del vehículo privado. Pero recelos también porque no es de recibo hacer llamamientos a la conciencia de la gente sin simultanearlos con actuaciones que realmente restrinjan el tráfico de automóviles y estimulen los medios alternativos los restantes 364 días del año. La credibilidad de las jornadas sin coche y del discurso institucional que las soporta depende de que sean visibles los pasos de las distintas administraciones en esa dirección que la Comisión Europea señala como imprescindible: las políticas combinadas de push, estímulo de peatones, ciclistas y transporte colectivo, y pull, disuasión y restricción del vehículo automóvil privado.