6 razones para un ambiente sano como derecho humano
Al menos 155 Estados reconocen que sus ciudadanos tienen derecho a vivir en un ambiente saludable, ya sea mediante la legislación nacional o bien por medio de acuerdos internacionales, como la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Derecho a un ambiente sano
En Argentina el artículo 41
de la Constitución Nacional declara: “Todos los habitantes gozan del derecho a
un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las
actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer
las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo”.
EL 23 % DE LAS MUERTES ESTÁ VINCULADO A RIESGOS AMBIENTALES
A pesar de estas protecciones,
un informe de la Organización Mundial de la Salud titulado Healthy Environments
for Helthier Populations: Why Do They Matter, and What Can We Do? estima que el
23 % de todas las muertes están vinculadas a “riesgos ambientales”, como la
contaminación del aire, del agua y la exposición a sustancias químicas.
Por ello, el Consejo de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas aprobó el 17 de marzo de este año la
resolución 46° Human Rights and the Environment, que reafirma las obligaciones
de los Estados de proteger los derechos humanos y tomar medidas más
contundentes de cara a los desafíos ambientales.
Según indica el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), estos son seis motivos por los que un ambiente saludable tiene que ser un derecho humano:
1. LA DESTRUCCIÓN DE
ESPACIOS SILVESTRES FACILITA LA APARICIÓN DE ENFERMEDADES ZOONOTICAS
La alteración de la tierra con
el fin de crear espacio para hogares, tierras de cultivo e industrias ha puesto
a los humanos en un contacto cada vez mayor con la vida silvestre, creando
oportunidades para que patógenos se propaguen de los animales salvajes a las
personas.
El 60 % de las infecciones humanas son de origen animal, y hay muchos otros virus listos para pasar de los animales a los humanos. Según la plataforma intergubernamental científico-normativa sobre diversidad biológica y servicios de los ecosistemas (IPBES), “se estima que hay hasta 1,7 millones de virus no identificados y susceptibles de infectar a las personas en los mamíferos y las aves acuáticas. Cualquiera de estos podría ser la próxima ‘Enfermedad X’, potencialmente más perjudicial y más letal que el COVID-19”.
2. LA CONTAMINACIÓN DEL
AIRE REDUCE LA CALIDAD DE LA SALUD Y LA ESPERANZA DE VIDA
En el mundo, 9 de cada 10
personas respiran aire sucio, dañando su salud y acortando su vida. Cada año 7
millones de personas mueren a causa de enfermedades e infecciones relacionadas
con la contaminación del aire, más de cinco veces el número de personas que
mueren en accidentes de tráfico.
La exposición también afecta al cerebro, al provocar retrasos en el desarrollo, problemas de comportamiento e incluso un coeficiente intelectual más bajo en los niños. En los mayores, los contaminantes están asociados con las enfermedades de Alzheimer y Parkinson.
3. LA PÉRDIDA DE
BIODIVERSIDAD COMPROMETE EL VALOR NUTRICIONAL DE LOS ALIMENTOS
En los últimos 50 años la dieta humana se ha vuelto un 37 % más similar, con solo 12 cultivos y cinco especies animales que proporcionan el 75 % de la ingesta energética mundial. Hoy una de cada tres personas padece algún tipo de desnutrición y gran parte de la población mundial se ve afectada por enfermedades relacionadas con la dieta, como enfermedades cardíacas, diabetes y cáncer.
4. LA PÉRDIDA DE
BIODIVERSIDAD REDUCE EL ALCANCE Y LA EFICACIA DE LOS MEDICAMENTOS
Los productos naturales representan una gran parte de las sustancias farmacéuticas existentes y han sido particularmente importantes en el área de la terapia del cáncer. Pero las estimaciones sugieren que 15.000 especies de plantas medicinales están en riesgo de extinción y que la Tierra pierde al menos una droga potencialmente importante cada dos años.
5. LA CONTAMINACIÓN AMENAZA
A MILES DE MILLONES EN TODO EL MUNDO
Muchos problemas de salud
surgen de la mala administración de los desechos. El agua contaminada, las
aguas residuales no tratadas, las escorrentías agrícolas y las descargas
industriales ponen a 1.800 millones de personas en riesgo de contraer cólera,
disentería, fiebre tifoidea y poliomielitis. El metilmercurio puede tener
efectos tóxicos en los sistemas nervioso, digestivo e inmunológico cuando los
humanos lo consumen, y existe preocupación sobre el impacto de los
microplásticos en la vida marina y la red alimentaria. Además, cada año 25
millones de personas sufren intoxicación aguda por plaguicidas.
Un informe del PNUMA de 2017 encontró que los antibióticos se han vuelto menos efectivos como medicamentos debido a su uso generalizado para promover el crecimiento del ganado. Aproximadamente 700.000 personas mueren cada año por infecciones resistentes.
6. EL CAMBIO CLIMÁTICO TAMBIÉN
PONE EN RIESGO LA SALUD
La última década fue la más calurosa de la historia y los incendios forestales, las inundaciones y los huracanes se convierten en eventos regulares que amenazan vidas, medios de subsistencia y la seguridad alimentaria. Pero el cambio climático también afecta la supervivencia de los microbios, facilitando la propagación de virus. Según el IPBES, “es probable que las pandemias ocurran con más frecuencia, se propaguen más rápidamente, tengan un mayor impacto económico y maten a más personas”.