ABANDONO Y TRISTEZA: LA VIDA EN LA AMAZONÍA PERUANA,  HOY

ABANDONO Y TRISTEZA: LA VIDA EN LA AMAZONÍA PERUANA, HOY

11/16/2018 0

Después de los derrames de petróleo ocurridos en 2016, los pueblos de la Amazonía peruana siguen sufriendo las consecuencias. La vida en ese lugar ya no es la misma, porque quedaron dañados los ríos donde pescan y se bañan, al igual que las tierras donde cultivan alimentos básicos como yuca, maíz y maní. Las personas se sienten olvidadas, a la deriva e indefensas, e intentan resistir y mantenerse sanas como pueden…

El Oleoducto Norperuano, el más largo del país, fue construido en los años 70 para transportar combustible desde el departamento de Loreto (noreste) hasta la región costera de Piura (noroeste). Y la realidad es que debido a esta infraestructura,desde hace años se vienen produciendo distintos accidentes que ocasionan daños irreparables.

Mientras desde la empresa estatal Petro-Perú encargada del ducto, se intentó instalar la idea de que una avalancha fue la causa del accidente del 25 de enero, (y no se especificó con certeza el ocurrido en febrero), los representantes de las comunidades indígenas los atribuyeron a la falta de mantenimiento del mismo. En aquél momento, el crudo derramado en el departamento de Loreto, al norte del país, contaminó al menos 30 kilómetros del río Chiriaco y se extendió hacia el río Marañón, uno de los principales afluentes que alimentan la cuenca del Amazonas. Desde entonces nada fue igual.

Un grupo de periodistas tuvo la posibilidad de viajar a aquél lugar, gracias a la organización de Cáritas Española que aunó esfuerzos para ello. Los campesinos se mostraron sorprendidos ante la llegada de personas desconocidas, de un país que nunca oyeron.

“Aquí no viene nadie, nadie nos pregunta, ¿Cómo han llegado ustedes?”, dice sorprendido un campesino sentado en un pequeño embarcadero, en uno de los márgenes del río Morona, cuando los vio llegar.

Así lo cuenta el sitio efeverde.com, que además explica y describe la zona visitada:

“El último tramo de carretera está a más de siete horas a través del río. Solo se puede acceder a las comunidades del distrito Morona en embarcaciones que sortean los troncos que flotan en las aguas de color marrón rojizo de este afluente del Amazonas”.

La Amazonía peruana

Esta parte del mundo es una de las áreas con mayor biodiversidad del planeta, así como la región biogeográfica peruana con menor población humana. Sin embargo, es la más diversa antropológicamente, ya que la mayor parte de etnias del país se asientan en ella y son habladas allí la mayoría de las lenguas autóctonas del Perú.

El oleoducto más largo del país funciona desde 1974 transportando crudo desde los campos petrolíferos en la Amazonía del norte peruano, cruzando la selva y los Andes, hasta la costa de Bayóvar. Atraviesa todos los territorios de las comunidades que habitan la zona.

Desde hace más de 40 años se han reportado constantes derrames de petróleo destruyendo la fauna y flora a su paso y poniendo en riesgo la vida y salud de las comunidades indígenas.

El relato de efeverde es claro y descriptivo respecto a una situación repetida: “Hace algo más de dos años, 22 comunidades, la mayoría indígenas (kukama, kukamiria, shawi, wampis y awajún) se vieron afectadas por una docena de vertidos por fugas de crudo en el oleoducto, que tuvo que cerrar durante un año y realizar tareas de mantenimiento”.

Un agricultor de Saramiriza, localidad donde termina la carretera, cuenta que siguen pescando por necesidad, que no tienen otro alimento, aunque saben que el río sigue contaminado. Les preocupa la salud, pero sienten que nadie hace nada, ni las autoridades locales y ni el Gobierno. Se sienten engañados, burlados y atropellados en sus derechos.

“Los pobladores están nombrando líderes y haciendo federaciones para reclamar a las autoridades y a Petroperú que cumplan sus compromisos, como construir un pozo cartesiano en cada comunidad para tener agua para beber y ‘piscigranjas’ para no tener que pescar en las zonas que aseguran siguen contaminadas, lo que no se ha hecho todavía”.

Luego de los derrames son pocas las medicinas en el centro salud, que cubre todas las aldeas próximas, han aumentado las visitas de pacientes con afecciones respiratorias como bronquitis o asma, cutáneas y dolores de cabeza. El hospital más cercano está a ocho horas en lancha, en San Lorenzo, y cuentan que hace unos días murió un niño con bronquitis al no poder ofrecerle el tratamiento adecuado.

El agua, los alimentos, todo está comprometido

En la recorrida por la Amazonía peruana, los periodistas advirtieron todas las necesidades a través del relato de las personas que viven a diario las dificultades de lo cotidiano.

El agua está contaminada con petróleo, y cuando llueve flotan las manchas. No tienen pozos de donde extraerla y tienen que beber agua de lluvia. Muchos de ellos llevan consigo lesiones en la piel de las piernas y aseguran que aparecieron luego de bañarse en el río.

El petróleo alteró la vida de esa comunidad. Tuvieron que dejar de pescar, los animales de caza se alejaron por la tala de árboles y los cultivos están afectados por la contaminación.

El rendimiento académico de los niños bajó por el problema de la alimentación y fueron insuficientes los alimentos que repartió Petroperú durante los meses posteriores al vertido.

Los agricultores explican que sus cultivos no crecen como antes de los vertidos y que muchas plantas se secan cuando el río crece.

Los habitantes necesitan ser escuchados

Organizaciones de la iglesia, como Pastoral de la Tierra y Cáritas, están ayudando a estas comunidades a presentar reclamos por la vulneración de sus derechos durante la explotación de recursos naturales por parte de las petroleras.

También se los ayuda a implantar cultivos más sostenibles, incorporando a los tradicionales otros como árboles frutales y cacao.

Durante el recorrido por estas comunidades se expresaron reproches hacia las autoridades por aprovecharse del desconcierto y del aislamiento que sufren. Rosana Moreno, la regidora de la provincia de Datem del Marañón sostuvo: “la municipalidad no ha cerrado los ojos para no ver la realidad, pero lamentablemente a nivel nacional no nos dan inmediata solución; necesitamos recursos económicos para solucionar los problemas”.

Hace poco tiempo murió un niño al no poder ofrecerle el tratamiento adecuado, y la tristeza los invade. La propia regidora cuenta que perdió a su hijo afectado por leucemia, y que había estado consumiendo agua contaminada…

Nada más para decir. Solo esperar que todo pase…y que «salga el sol » para este lugar maravilloso del mundo que hoy está teñido de negro.


Roberto Andres
roberto