América Latina y el Caribe: contra el desperdicio alimentario
Los países de América Latina y el Caribe quieren reducir los desperdicios de alimentos a la mitad para el año 2030 a través de una nueva alianza regional, según informó este martes la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
Las pérdidas y desperdicios impactan la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, reducen la disponibilidad local y mundial de alimentos, generan menores ingresos para los productores y aumentan los precios para los consumidores. Además, tienen un efecto negativo sobre el medio ambiente debido a la utilización no sostenible de los recursos naturales. Por todo lo anterior, enfrentar esta problemática es fundamental para avanzar en la lucha contra el hambre y debe convertirse en una prioridad para los gobiernos de América Latina y el Caribe.
Con los alimentos que se pierden en la región sólo a nivel de la venta al detalle –es decir en supermercados, ferias libres, almacenes y demás puestos de venta retail– se podría alimentar a más de 30 millones de personas, es decir, al 64% de quienes sufren hambre en la región.
Los alimentos que se pierden a este nivel en Bahamas, Jamaica, Trinidad y Tobago, Belice, Colombia son equivalentes a los que se necesitarían para alimentar a todos quienes sufren hambre en dichos países. Otros doce podrían disponer de alimentos equivalentes a los que necesitan para alcanzar el primer Objetivo de Desarrollo del Milenio, si redujeran sólo ese tipo de pérdidas.
Lo anterior representa sólo una fracción de las pérdidas y desperdicios totales, ya que éstas ocurren en todos los eslabones de la cadena alimentaria: el 28% ocurre a nivel del consumidor; el 28% a nivel de producción, el 17% en mercado y distribución y el 22% durante el manejo y almacenamiento y el 6% restante a nivel de procesamiento. Aunque es importante señalar que los países de la región disponen de calorías más que suficientes para alimentar a todos sus ciudadanos, la enorme cantidad de alimentos perfectamente sanos y nutritivos que se pierden o que acaban en el tacho de la basura es sencillamente inaceptable mientras el hambre continúe afectando a casi el 8% de la población regional.
La FAO estima que las pérdidas de esos productos en la región ascienden a 223 kilogramos por persona al año. La alianza es el resultado de un acuerdo alcanzado durante un diálogo regional sobre el tema, celebrado recientemente en Santo Domingo (República Dominicana).
El representante de la FAO para América Latina y el Caribe, Raúl Benítez, explicó que la reducción de esos residuos implementados solamente al nivel de la venta minorista podría ayudar a satisfacer las necesidades de los que sufren hambre en la región.
La FAO indicó que muchos alimentos se pierden durante la producción, después de la cosecha, durante el almacenamiento y en el transporte. También durante la comercialización de los productos, y finalmente a la hora de ponerlos en la mesa, ya que muchos consumidores deciden tirar esos alimentos debido a su aspecto, aun cuando siguen teniendo valor y pueden consumirse.
En cualquier caso, uno de los frentes principales de actuación en el esfuerzo por reducir el desperdicio alimentario es el desarrollo de mejores procesos de recolección, almacenamiento, procesado, transporte y venta al por menor de alimentos.
Fuente: ONU