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Buses eléctricos en América Latina

27 de julio del 2020

En América Latina solo hay 1229 buses eléctricos repartidos entre 10 países

Con 413 unidades, Santiago de Chile es la ciudad con la flota más grande, según el Laboratorio de Movilidad Sostenible de la Universidad Federal de Rio de Janeiro. China destaca por ser el mayor proveedor en la región.


Por Roberto Andrés para Sustentartv


E-BUS RADAR es una plataforma impulsada por el Laboratorio de Movilidad Sostenible (LABMOB) de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), que promueve y monitorea las flotas de buses eléctricos en los sistemas de transporte público de las ciudades de América Latina. Según sus indicadores, para abril de 2020, la región posee solo 1229 buses eléctricos en funcionamiento, repartidos entre 27 ciudades (en 10 países). Del total, 563 son buses convencionales a batería, 624 trolebuses, 41 buses electrónicos midi y 1 articulado a batería.


Quien posee la flota más grande es Chile, en donde el transporte es responsable del 28 % de las emisiones de gases de efecto invernadero, según datos oficiales. Solo Santiago posee 413 unidades convencionales a batería y 13 midi a batería, los que generan hasta un 70 % menos de ruido que el resto, lo que la convierte en la ciudad con la mayor flota por fuera de China. Del total, 285 unidades fueron fabricadas por BYD, 100 por Yutong y 25 por King Long. Por su parte, Valparaíso cuenta con 26 trolebuses.


Argentina cuenta con 88 autobuses eléctricos, de los cuales 28 son convencionales a batería, concentrados en su mayoría (26) en la ciudad andina de Mendoza. Mientras, Buenos Aires, que posee una de las flotas de buses más grandes de la región con 18.000 vehículos, solo cuenta con dos buses eléctricos, aunque como parte de un plan piloto, que incluye ocho unidades en cuatro líneas y en donde cuatro fabricantes son chinos (Zhongtong, Xiamen King, Higher Bus y Yutong, quienes además financiaron el acuerdo), con el fin de reducir en un 14 % las emisiones del sector del transporte para el 2035. En el caso de las ciudades de Rosario y Córdoba suman 60 trolebuses, 20 y 40 respectivamente. 



Por su parte, México cuenta con 238 trolebuses, repartidos entre Guadalajara, que tiene 25, y Ciudad de México, que tiene 213, y de los cuales 63 fueron fabricados por Yutong, como parte de una iniciativa integrada al proyecto Trolebici, que incluye también carriles para bicicletas. La capital azteca, que fue declarada por la ONU como la ciudad más contaminada del mundo en 1992, ha logrado una reducción de 7.7 millones de toneladas en las emisiones de carbono entre el 2008 y el 2012, con solo el 45 % de ellas generadas por el transporte.


En el caso de Brasil, el gigante sudamericano cuenta con 390.000 buses en total, aunque solo 247 son eléctricos (repartidos entre siete ciudades) y de los cuales 207 son trolebuses y solo 40 autobuses eléctricos con batería convencional. San Pablo, que durante décadas ha monopolizado los trolebuses, hoy solo tiene 16 buses a batería. Aquí, una ley reciente estableció el objetivo de cero contaminantes del transporte en 20 años.


En el caso de Colombia, el país cuenta con 92 buses eléctricos en total, de los cuales 26 son a batería MIDI en Cali, y 64 a batería convencional en Medellín. Sin embargo, recientemente el Ministerio de Minas y Energía declaró haberse adjudicado 483 buses eléctricos, con lo que pasaría a ser la principal flota de América Latina y el mundo, por fuera de China.   

Argentina cuenta con 8 buses eléctricos repartidos entre Mendoza y Buenos Aires, hasta el momento y trolebus en Rosario.


Además de monitorear y mapear las flotas de autobuses eléctricos en operación y promover la transparencia de datos, uno de los objetivos de LABMOB es cuantificar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) evitadas a través de la operación de buses eléctricos, labor que ha venido desarrollando en colaboración con el Instituto de Energía y Medioambiente (IEMA) y el International Council on Clean Transportation (ICCT). 



Si bien las flotas de buses son el principal medio urbano de movilidad para cientos de millones de transeúntes de América Latina, las flotas aún funcionan a diésel, una tecnología antigua y altamente contaminante. Estas emisiones generan más de mil millones de dólares en daños a la salud por año, además de contribuir al aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la crisis climática. De esto se desprende la necesidad de avanzar hacia una transición energética y tecnológica también en el transporte público.



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