Para investigadores de la
Universidad de Barcelona, la intensidad del afloramiento altera las redes
tróficas del fondo marino. “El ecosistema recibe una avalancha de materia
orgánica”, advierten.
Por Roberto Andrés para
Sustentartv
La península Antártica es la región del continente blanco más afectada por el cambio climático. Durante el invierno disminuye la duración del hielo marino del norte y especies como el kril deben desplazarse hacia el sur. Sin embargo, conocer la evolución del hielo en la banquisa polar no es suficiente para estudiar estos efectos.
Un equipo del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la Universidad de Barcelona (IRBio) ha concluido que también es decisivo determinar la intensidad de la producción local de fitoplancton, las algas que crecen bajo el hielo y absorben el carbono de la atmósfera, durante el verano antártico para la estructura y supervivencia de los ecosistemas del fondo marino.
Según Lluís Cardona, miembro
del IRBio y del Departamento de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias
Ambientales de la UB, “la presencia de hielo en la superficie del mar limita la
producción primaria durante gran parte del año. Ello determina que las redes
tróficas bentónicas (profundas) dependan en gran medida de la materia orgánica
acumulada en los fondos marinos durante los meses de verano”.
“Hasta ahora, se creía que esa
dependencia sería más acusada en las áreas donde la superficie del mar
permanece congelada durante más tiempo, lo que implicaría una menor diversidad
de nichos tróficos y una red trófica más corta y redundante a medida que nos desplazamos
hacia el sur”, detalla el investigador.
Sin embargo, los
investigadores han descubierto que la intensidad del afloramiento estival de
fitoplancton altera ese gradiente y, por lo tanto, que la estructura de los
sistemas costeros del fondo marino se ve fuertemente modificada allí donde el
afloramiento es muy intenso.
Cardona y su equipo publicaron
su investigación el pasado 27 de febrero en la revista Marine Environmental
Research bajo el título Latitudinal changes in the trophic structure of
benthic coastal food webs along the Antarctic Peninsula. Otros autores fueron
Elena Lloret-Lloret y Conxita Avila, también del IRBio, y Juan Moles, de la Colección
Estatal de Ciencias Naturales de Baviera.
Los investigadores han
analizado los isótopos estables de carbono y nitrógeno del ecosistema de las
especies marinas de Punta Rothera, la caleta Cierva y las bahías Fildes,
Esperança y Paraíso, en el oeste de la península antártica y las islas Shetland
del Sur.
Según los resultados, “allí
donde la producción de fitoplancton es muy intensa, el ecosistema recibe una
avalancha de materia orgánica proveniente del fitoplancton que se convierte en
la fuente básica de carbono para las especies bentónicas, con independencia de
la latitud y la duración del hielo marino”.
En este sentido, los
investigadores destacan la importancia del fitoplancton como fuente de carbono
para el resto de las especies.
Cardona explica: “Eso reduce
la importancia de las algas bentónicas como fuente de carbono, que de todas
formas no es muy elevada, puesto que están protegidas de los herbívoros por
defensas químicas (productos naturales repulsivos)”.
Por lo tanto, en las áreas
donde hay un afloramiento veraniego de fitoplancton más intenso, se observa una
red trófica más corta y redundante, como también ocurre allí donde la
superficie del mar permanece congelada muchos meses.
“Así pues, para evaluar el impacto del cambio climático en los ecosistemas bentónicos, es tan importante predecir los cambios en la producción veraniega de fitoplancton como simular la duración del hielo en la superficie del mar”, subraya el investigador.
El trabajo fue llevado a cabo con el apoyo de los proyectos Distantcom y Bluebio, centrados en la biología y la ecología química de las comunidades de invertebrados marinos antárticos, la Fundación Alexander von Humboldt de Alemania y el Comité Científico para la Investigación en la Antártida (SCAR).