Contaminación electromagnética: un impacto que parece invisible
Contaminación electromagnética: un impacto que parece invisible
Nuestro entorno está sometido a innumerables campos electromagnéticos artificiales originados por líneas de transporte eléctrico, transformadores, antenas de telefonía móvil, wifi, radio y televisión, radares, teléfonos móviles, teléfonos inalámbricos y una amplia gama de aparatos eléctricos y electrodomésticos.
Las últimas décadas se han realizado múltiples estudios desde diferentes disciplinas para determinar si existe un riesgo real a la salud por exposición a campos electromagnéticos (CEM), pero aún no se ha encontrado evidencia suficiente para determinar efectos negativos directamente relacionados con los CEM, al menos a los niveles de radiación permitidos por los organismos internacionales, según la potencia a la que se emiten.
Somos cada vez más conscientes de la influencia del entorno en que vivimos sobre nuestra vida, y nos preocupan factores medioambientales, como la calidad del aire. Pero existen otros que no consideramos habitualmente, como la contaminación electromagnética.
¿Qué es la contaminación electromagnética?
Se trata de un factor de riesgo invisible que incide en las personas silenciosa y, lo que es peor, silenciadamente, siendo capaz de dejar huellas patentes en nuestra salud en forma de trastornos y enfermedades —muchas veces crónicas—, que podrían remitir o incluso desaparecer aplicando la información y los consejos que aquí les contaremos, tanto en los hogares, escuelas o puestos laborales.
El asunto no se limita a las famosas antenas: dos tercios de la exposición que hoy sufrimos provienen de fuentes que nos están pasando desapercibidas. Tienen que ver con nuestros propios comportamientos de consumo electromagnético, con el diseño de nuestras viviendas y los hábitos de uso de determinados dispositivos.
Fuentes de emisión de ondas electromagnéticas
En el gráfico, puede ver un esquema sencillo de clasificación de las emisiones, desde la luz visible que capta el ojo humano y va del rango de los 380 nanómetros hasta los 780 nanómetros, hasta las ondas de radio que pueden abarcan varios kilómetros.
– Bajas frecuencias:
– Líneas de baja, media y alta tensión, subestaciones y transformadores eléctricos, etc.
– Maquinillas de afeitar, batidoras, secadores de pelo, placas y hornos eléctricos, ordenadores, aspiradoras, etc.
– Altas frecuencias:
– Antenas de telefonía, wifi, wimax, bluetooth, GSM, DCS, UMTS, WLAN, DECT, etc.
– Teléfonos móviles e inalámbricos, hornos microondas, aparatos vigila bebés, etc.
¿Son peligrosas las ondas de los celulares?
La principal preocupación concierne al uso de aparatos celulares y las antenas de telefonía que se encuentran a lo largo y ancho de las ciudades; sin embargo aún no existe evidencia científica suficiente para adjudicarles un riesgo a la salud humana. Ferrán Tarrasa, jefe de Ingeniería de la Planta de la Central Nuclear de Ascó en Tarragona España, afirmó durante una conferencia sobre las ondas electromagnéticas que las ondas emitidas por los celulares y por las antenas de telefonía no son ionizantes, es decir, no se ha comprobado que tengan efectos genotóxicos porque no afecta las cadenas de ADN con material genético, ni tiene incidencia en el desarrollo fetal, el sistema endocrino o el sistema inmune, tampoco se ha encontrado una relación directa entre las ondas electromagnéticas y el cáncer.
Sin embargo, es conveniente procurar seguir algunos cuidados como medida preventiva, porque aún no se dispone de estudios epidemiológicos que evalúen los efectos nocivos a largo plazo derivados de la exposición a radiofrecuencias.
Investigación en Argentina
En Argentina, un trabajo de investigación exhaustivo en este campo ha sido llevado a cabo por el CONICET. En un informe publicado por el Centro de Divulgación Científica de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, el Prof. Adolfo Portela (autor de un manual del Ministerio de Salud y Acción Social sobre las normas vigentes en cuanto a exposición a radiofrecuencias) declara que la zona de mayor riesgo en el rango de radiofrecuencias está entre los 30 y los 300 MHz, la m s utilizada en enlaces de telecomunicación de corta distancia, las emisoras de TV y FM y la telefonía celular. La exposición severa a estas radiaciones afecta principalmente la vista, el sistema nervioso central, el hígado y las glándulas de secreción interna. Actualmente se pretende bajar la potencia de estas emisiones aumentando la sensibilidad de las antenas.
Contaminación electromagnética de baja frecuencia
En un principio, la problemática de contaminación electromagnética (CEM) se centraba en las ondas de baja frecuencia (contaminación eléctrica y magnética) de las líneas eléctricas de alta tensión (LAT), las grandes estaciones y subestaciones de transformación y, con el tiempo, también de los transformadores de zona o barrio instalados en plantas bajas o sótanos de colegios, viviendas o edificios comerciales. La exposición a la baja frecuencia, que se mide en voltios por metro (contaminación eléctrica) y en microTeslas o miliGaus (la magnética), afecta fuertemente a un sector de la población que vive cerca o directamente encima o debajo de estas fuentes de emisión, pero sigue siendo relativamente desconocida para la ciudadanía en general.
Algunas consejos para la contaminación por baja frecuencia
- Intente evitar aparatos eléctricos o cableado eléctrico cercano al cabezal de su cama.
- Mantenga su rostro o cabeza a una distancia prudencial de tubos fluorescentes o lámparas.
- Evite trabajar con ordenadores portátiles sobre su cuerpo durante periodos prolongados, más aun si están conectados a la red.
- No deje que sus hijos se aproximen en exceso al televisor o monitor y vigile los lugares de sus estancias, en que la pared oculta aparatos como microondas, frigoríficos, hornos eléctricos, o electrodomésticos de gran consumo, etc.
- Tampoco abuse de materiales y superficies plásticas que tienden a cargarse estáticamente así como moquetas, tejidos y ropa sintética.
- No olvide la importancia de poseer una adecuada toma de tierra en su vivienda para reducir la contaminación por campos eléctricos.
- Si ha de adquirir una vivienda, evite la cercanía extrema de torres de alta tensión o transformadores
Contaminación electromagnética de alta frecuencia de microondas pulsantes
En relación con las microondas, la primera preocupación que movilizó fue la generada por las antenas de telefonía móvil. Las antenas afectan fuertemente a los vecinos/as y centros escolares que se encuentran directamente en su haz de emisión a determinadas distancias. Para las personas afectadas directamente por las radiaciones, la exposición generada por las antenas es un riesgo notable para la salud, por la cercanía a sus viviendas y a los colegios de sus hijos/as, y porque, por desgracia, van comprobando que con la exposición prolongada a las radiaciones, por pequeñas que sean en comparación con los límites legales, los efectos son cada vez más graves y generalizados.
Para la mayoría de la población, el problema de la CEM es algo que afecta a otros –los vecinos que se movilizan por un exceso de cáncer en su barrio o los padres con colegios afectados–. Las movilizaciones contra estaciones base de antenas tienden a circunscribirse a determinados barrios y centros escolares, impulsadas por la aparición de grupos de afectados. Se logran éxitos parciales y retiran antenas y estaciones base, pero, al reducirse la amenaza más conspicua del monstruo en el tejado, empieza la desmovilización social y se pierde el impulso.
Consejos de prevención y protección para la contaminacioón de alta frecuencia
- Intente no abusar del uso del teléfono móvil. Mire opciones como el uso de un manos libres o bien textiles blindados, para apantallar, sino tiene más remedio.
- No deje encendido todo el día el WIFI de su Router. La mejor recomendación es que sustituya el acceso inalámbrico, mediante cable de red.
- No utilice teléfonos inalámbricos DECT corrientes para su vivienda, los cuales emiten grandes dosis de radiación. Si no tiene más opción que utilizar un teléfono inalámbrico, mire las opciones tipo ECODECT, que al menos evitan la emisión cuando el teléfono esta descansando en la base.
- Observe bien su entorno, antes de adquirir una vivienda donde a pocos metros encuentre antenas repetidoras de telefonía móvil, rádares etc.
¿Solo actúa a quién le toca de cerca?
Efectivamente, la población en general no relaciona su consumo de tecnología inalámbrica con los aspectos más denostados de la industria como son las antenas, y el mensaje de precaución apenas cala en los hábitos cotidianos y, por supuesto, no cobra impulso político suficiente. La mayoría de la población sigue consumiendo tecnología inalámbrica sin mayor preocupación: cambian de modelo de móvil y se apuntan a planes de consumo intensivo, regalan móviles a niños/as y adolescentes, instalan WiFi en su casa y lo dejan encendido día y noche aunque no se use, pasan horas utilizando su inalámbrico casero, se desentienden de que se instale WiFi en las aulas de sus hijos/as, etc.
Tampoco se ha cobrado conciencia de cuánto han aumentado el despliegue de antenas camufladas en falsas chimeneas, árboles, farolas, anuncios, etc. y la exposición generalizada a la contaminación de microondas. Se procura no pensar en lo que se ha oído sobre su posible relación con el aumento del cáncer –que es lo que más llega de todos los posibles efectos nocivos a largo plazo–; y se llega incluso a considerar molestas a las personas o grupos que nos intentan advertir de la gravedad de la situación. Estamos ante una desconexión planificada por la propia industria y sus valedores y consentida, si no fomentada, también por los poderes públicos y los medios de comunicación. Así, la industria prosigue su marcha triunfal hasta el interior de nuestros propios hogares designados como dominio público radioeléctrico, sin dejar así espacio alguno libre de unas radiaciones cada vez más
Al futuro lo cuidamos nosotros
Los ciudadanos podemos decidir directamente, sin necesidad de ningún cambio de normas o leyes, no irradiarnos ni contaminarnos tanto a nosotros mismos y nuestras familias como a nuestros vecinos. Tenemos que conectar la contaminación electromagnética que amenaza el futuro de todos los seres vivos con los hábitos de consumo inalámbrico a los que nos hemos hecho adictos inducidos por su comodidad y la propaganda de avance tecnológico predicada por todos los medios.
La labor más urgente, hoy en día, es de información y organización de campañas de compromiso ciudadano de uso racional y para no irradiarse mutuamente. A la par se puede ir generando impulso para que las organizaciones de consumidores y las autoridades sanitarias prohíban los modelos y modalidades de uso más contaminantes y peligrosos