Crisis climática, una consecuencia de nuestras vidas
James Lovelock, en "Gaia, una nueva visión de la Vida sobre la Tierra", sostiene que “la contaminación no es, como tan a menudo se afirma, producto de la bajeza moral, sino que constituye una consecuencia inevitable del desenvolvimiento de la vida”. A medida que el mundo ha ido evolucionando, la sociedad ha ido cambiando su estructura, y sus esquemas de producción y consumo. En este escenario, el hombre no está dispuesto abandonar los beneficios que alcanzó en el camino hacia su desarrollo y realización. Así lo entiende el Geólogo Eddy Lavandaio al asegurar que “nadie quiere volver a vivir desnudo y a la intemperie, y a comer animales chicos cuidándose de no ser comido por animales más grandes”.
Sexto Informe de Evaluación del IPCC
Tal como la evolución de la Tierra demuestra que los hombres somos producto del Cambio Climático, la historia de la humanidad evidencia que no podemos seguir haciendo las cosas de la misma manera y esperar resultados diferentes. A propósito de ello, el pasado nueve de agosto, se publicó la primera entrega del Sexto Informe de Evaluación (AR6) del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), “Cambio Climático 2021: Bases Físicas”, en el que quedó plasmada la indiscutible influencia que el ser humano tiene sobre el sistema climático.
Rodrigo Rodríguez Tornquist, Secretario de Cambio Climático, Desarrollo Sostenible e Innovación del Ministerio de Ambiente de la Nación, expresó que “si bien el informe [del IPCC] es muy contundente y muestra que las cosas están realmente complicadas, […] deja una ventana de oportunidad que es muy pequeña y es importante que tomemos conciencia de esto para preparar a nuestros territorios, a nuestras poblaciones, a nuestras economías ante los efectos adversos del Cambio Climático, y accionar concretamente para la mitigación efectiva y evitar lo peor”.
Actualmente ya no se puede hablar de “cambio” sino de una “crisis” climática, cuyos efectos no entienden de fronteras y se extienden a lo largo y ancho de todo aquello por el hombre conocido. La respuesta tiene y debe ser global.
Esta situación requiere de respuestas jurídicas que le pongan freno al peligro que dicha crisis representa para la propia existencia humana, y el Derecho Ambiental intenta hacer frente a este desafío como conjunto normativo cuya finalidad ulterior es la protección integral del medio ambiente.
El papel del derecho ambiental
Pero no puede hacerlo solo. La solución también requiere de la voluntad política de los líderes de los países industrializados y de los mandatarios de aquellos pueblos que aún continúan en la lucha por conquistar sus derechos básicos. En el caso de los primeros, los mismos deben adoptar medidas significativas en la lucha contra el Cambio Climático, y no sólo realizar gestiones para negociar y compartir culpas y responsabilidades.
Y, en el caso de los segundos, los mismos deben esforzarse por despertar un interés por una problemática que parece estar muy alejada de sus contratiempos diarios.
Asimismo, el éxito del Derecho Ambiental dependerá, por un lado, de que las políticas adoptadas por las Administraciones Públicas transciendan el mandato presidencial vigente al momento de su dictado, y, por el otro, de que la ciudadanía ejerza su derecho a la información y participación ciudadana como parte integral de dichas políticas.
Es sabido que las particularidades de cada país y sus ecosistemas reclaman propuestas legales diversas, y tal como lo indica el Informe del Grupo de Trabajo I del IPCC (AR6), el Cambio Climático afecta de múltiples maneras a todas las regiones de la Tierra. Estas circunstancias, parecen atribuir al Derecho Ambiental un rol catalizador frente al Cambio Climático, a través tanto de la adopción de herramientas preventivas, como del acogimiento a aquellas encaminadas a la conservación y restauración de la Casa Común.