Según el Instituto
Interamericano de Cooperación para la Agricultura, “la bioeconomía es un
concepto que se inscribe en el marco de la economía circular, pero al mismo
tiempo va más allá”. Según la Agencia Ambiental Europea (EEA), “la bioeconomía
es circular por naturaleza”.
Por Roberto Andrés para
Sustentartv
Según define el Instituto
Interamericano de Cooperación para la Agricultura en su Programa de Bioeconomía
y Desarrollo Productivo (2019), “la bioeconomía es la utilización intensiva de
conocimientos en recursos, procesos, tecnologías y principios biológicos para
la producción sostenible de bienes y servicios en todos los sectores de la
economía. Este concepto plantea un contínuum de situaciones productivas posibles,
que van desde el mejor aprovechamiento de los recursos o de las capacidades
productivas subutilizadas en su potencial, hasta las oportunidades productivas
emergentes a partir de la aparición de tecnologías disruptivas”.
Para el IICA, los nuevos usos
y oportunidades productivas son posibles gracias a que los nuevos desarrollos
de las ciencias biológicas y las ingenierías convergen y se retroalimentan con
avances logrados en otros campos, lo que permite aprovecharlos según las
particularidades de cada espacio productivo-institucional. “De esta manera, la bioeconomía
se constituye en un marco transformador del statu quo y en una opción para el
desarrollo sostenible”, señalan.
Por su parte, “la economía
circular se concibe como una forma de organizar las actividades económicas
donde el valor de los productos y los insumos materiales se mantenga dentro del
ciclo económico durante tanto tiempo como sea posible, de manera que se logren
minimizar los desperdicios descartados en el ambiente. Sus principios
fundamentales son reducir, reciclar y reutilizar todo tipo de materiales,
incluidos los metales, los minerales y los recursos biológicos. Por tanto, el
concepto de la economía circular está pensado como remplazo del ciclo lineal de
“extraer-procesar/transformar/utilizar-descartar”, típico de los procesos
derivados de la Revolución Industrial. En este sentido, la bioeconomía y la
economía circular son conceptos emparentados en su objetivo común de aportar a
un mundo más sostenible y con una menor huella de carbono”.
En este sentido, “la bioeconomía es un concepto que se inscribe en el marco de la economía circular, pero al mismo tiempo va más allá, pues se enfoca en la “biologización” de las estrategias industriales y de consumo, el aumento de la eficiencia en el uso del carbono fósil (además de promover su sustitución por carbono sostenible) y la reducción de los impactos ambientales negativos. Son conceptos que responden a orígenes diferentes, pero deben ser considerados como complementarios y sinérgicos al definir estrategias de desarrollo congruentes con lo planteado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”.
Según la Agencia Ambiental Europea (EEA), “la bioeconomía es circular por naturaleza”. En su informe The circular economy and the bioeconomy (2018), señala que “los
recursos biológicos están integrados en el ciclo biológico natural, que es
regenerativo y sin residuos. Por lo tanto, se considera que el uso de
biomateriales contribuye a la economía circular en el contexto de la política
de innovación o el Plan de Acción de economía circular”.
Sin embargo, advierte la EEA, “esta
noción general no tiene suficientemente en cuenta los problemas de
sostenibilidad, ya que un cambio a biomateriales puede exacerbar la
sobreexplotación de los recursos naturales o la alteración del ciclo de
nutrientes. Además, los biomateriales procesados no son necesariamente
biodegradables, como es el caso de algunos bioplásticos. Cuando se mezclan
biomateriales y materiales técnicos, el reciclaje puede verse obstaculizado”.
Además, “la explotación de la biomasa puede depender en efecto del uso de
materiales no biológicos con un impacto ambiental considerable, como los
agroquímicos”.
Los conceptos tanto de bioeconomía como de economía circular se han introducido en la Unión Europea (UE) en respuesta a las preocupaciones sobre la viabilidad a largo plazo del modelo económico predominante de uso intensivo de recursos. “Aunque de origen diferente, el primero impulsado principalmente por una agenda de innovación y el segundo por preocupaciones ambientales y la escasez de recursos, ambos tienen como objetivo contribuir a los objetivos estratégicos y operativos de la política de la Unión Europea, como los descritos en el Séptimo Programa de Acción Ambiental para vivir bien dentro de los límites ecológicos del planeta, el informe Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y la Agenda de Innovación de la Unión Europea”.