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Cultivos de cobertura para el mejoramiento del suelo

05 de diciembre del 2020

Permiten mejorar la fertilidad del suelo y la calidad del agua, reducir los costos de insumos, incrementar la productividad, biodiversidad, reducir la degradación de los recursos naturales, controlar malezas, plagas y enfermedades.

Por Roberto Andrés para Sustentartv

A nivel mundial, los sistemas agrícolas se enfrentan a muchos desafíos. Uno de ellos es aumentar la producción de alimentos reduciendo los efectos nocivos sobre el ambiente mitigando el cambio climático a través de prácticas sustentables.

Una de las prácticas que actualmente está tomando importancia por los servicios que ofrece a los sistemas agrícolas es el uso de cultivos de cobertura, cuya incorporación en rotaciones agrícolas podría ser una opción viable para incrementar la estabilidad ecológica y resiliencia de los agroecosistemas, contribuyendo a una mayor productividad.

Los principales beneficios de los cultivos de cobertura son la protección de la estructura del suelo, fertilidad del mismo, mantenimiento de la humedad, control biológico, reducción del agua, reducción de la erosión, mayor producción de alimentos, fibras, preservación de la biodiversidad y secuestro de carbono.

¿Qué son los cultivos de cobertura?

Los cultivos de cobertura son aquellos cultivos ambientales que se siembran como cobertura vegetal, permanente o temporal, en asociación con otras plantas para conservar las características del suelo o el mejoramiento de su estructura.

Permiten mejorar la fertilidad del suelo y la calidad del agua, reducir los costos de insumos, incrementar la productividad, biodiversidad, reducir la degradación de los recursos naturales, controlar malezas, plagas y enfermedades.

Los cultivos de cobertura son de interés en la agricultura sostenible. Los agricultores seleccionan el tipo de cultivo en función de sus necesidades u objetivos. Sus funciones son amplias o de multipropósitos, aunque no se trata de nueva tecnología.

Su uso como abono verde permite aumentar la fertilidad del suelo y manejar su variedad de nutrientes. También, mejoran la calidad y la estructura del suelo por el incremento de los niveles de materia orgánica o biomasa de dichos cultivos en el tiempo, reduciendo la erosión del mismo y evitando la escorrentía superficial.

Por otra parte, al mejorar la estructura y reducir la erosión del suelo, también se lograr reducir la velocidad y cantidad de agua que sale del campo, aumentando la humedad y conservación del agua en ambientes templados.

Sin duda alguna, este cultivo combate la germinación de malezas por el espacio, luz y nutrientes, por medio de la formación de una capa de mantillo en la superficie del suelo. También actúa como “cultivo trampa” dentro de los agroecosistemas, alejando a la plaga de la cosecha principal. De igual forma, atraen a los depredadores naturales de las plagas logrando un control biológico en el hábitat.

Los cultivos de cobertura rompen los ciclos de enfermedad y combaten las poblaciones de bacterias, fúngicas, parásitos y hongos, y como control biológico, contribuyen al mejoramiento del hábitat para la agrobiodiversidad, aumentando la vida silvestre.

Leguminosas

Entre las opciones disponibles, está el uso de leguminosas que aportan nitrógeno (N) extra proveniente de la fijación biológica y, en combinación con gramíneas, disminuye las pérdidas de N por lixiviación, recicla nutrientes dentro del sistema y mejora el funcionamiento edáfico. Sin embargo, cómo su uso afecta las emisiones de gases de efecto invernadero todavía es incierto.

En los últimos años, los cultivos de cobertura han recibido gran atención por parte de los científicos y los agentes del desarrollo preocupados por la productividad y la sostenibilidad de los sistemas agrícolas del mundo en desarrollo. El fríjol terciopelo se destaca entre los cultivos de cobertura estudiados y fomentados.

Es uno de los cultivos de cobertura conocidos en la actualidad más populares para las zonas tropicales y un ejemplo destacado de la contribución potencial de los cultivos de cobertura a los sistemas agrícolas sustentables.

Lo que no se conoce tan bien es que el fríjol terciopelo fue proclamado hace 75 años “uno de los cultivos más importantes de reciente introducción”. Se cultivó extensamente en los Estados Unidos de América a comienzos de este siglo y fue incluido en esa época en numerosos programas de investigación en África, Asia y América Latina, con resultados variados. También ha sido cultivado con éxito durante más de 40 años por agricultores indígenas de Centroamérica.

En resumen, los cultivos de servicios ambientales juegan un papel fundamental en la agricultura ecológica, promoviendo la sostenibilidad y la producción de los sistemas agroecológicos.

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