Día de la Agricultura: el cuidado del suelo para lograr una nutrición sustentable y natural
El 2 de julio se conmemora el Día de la Agricultura Nacional
en Argentina en homenaje a la sanción de la Ley de Arrendamientos y Aparcerías
Rurales en 1948, lo que posibilitó el acceso a la propiedad de la tierra a 78.000
pequeños arrendatarios.
La agricultura es una de las actividades que desarrolló el
ser humano para poder establecerse y abastecerse, pero también hay que tener en
cuenta que el suelo es el capital con el que contamos y hay que cuidarlo para
que siga produciendo con una nutrición acorde, sustentable y natural.
CUIDAR EL SUELO ES CENTRAL
Según cifras de la ONU, el 95% de los alimentos que consume la población mundial se producen directa o indirectamente en el suelo. Por eso, cuidarlo es central. El organismo estima que para el 2050 el mundo tendrá cerca de 10.000 millones de habitantes y la superficie cultivable no crecerá. Habrá que producir más y mejor sobre los mismos recursos.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura, los efectos sin precedentes de la pandemia de la
nueva enfermedad por coronavirus (covid-19) en los medios de vida y la
seguridad alimentaria son una llamada de atención para abordar las
deficiencias, las vulnerabilidades y los múltiples riesgos en los sistemas
agroalimentarios y salvaguardar sus funciones frente a las alteraciones.
LAS AMENAZAS Y TENSIONES
“Los sistemas agroalimentarios están cada vez más amenazados por tensiones a largo plazo, tales como el cambio climático, la deforestación, la degradación de los recursos naturales y otras crisis prolongadas”, señala el informe del año 2021.
Amplia: “Mejorar la resiliencia de los sistemas
agroalimentarios supone fortalecer su capacidad de prevenir, anticipar,
absorber, adaptarse y transformarse, así como la de sus actores, cuando se ven
afectados por perturbaciones y tensiones”.
En comparación con otros sectores económicos, la agricultura
está desproporcionadamente expuesta y es desproporcionadamente vulnerable a las
adversidades naturales, especialmente las relacionadas con el clima.
IMPACTO DEL CAMBIO CLIMÁTICO
El cambio climático provoca perturbaciones a corto plazo,
como los fenómenos meteorológicos extremos, y genera tensiones que aparecen
lentamente, como temperaturas más altas y pérdida de biodiversidad. Las
perturbaciones tienen una repercusión inmediata, mientras que las tensiones son
procesos lentos que socavan gradualmente la capacidad de los sistemas para
hacer frente al cambio y los hacen más vulnerables.
La probabilidad de rebasar una importante línea roja del calentamiento global ha aumentado significativamente, según un nuevo estudio. Según investigadores de la Oficina Meteorológica de Reino Unido, hay una probabilidad del 50% de que la Tierra se caliente por encima de 1,5 °C en los próximos cinco años.
La actualización del organismo británico respecto de la previsión de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) indica que nunca han sido tan altas las posibilidades de superar temporalmente los 1,5 °C en uno de los próximos cinco años.
También creen que uno de los próximos años probablemente
rompa el récord de 2016 y 2020 como el año más cálido. Eso sucederá, muy
probablemente, en un año que se dé El Niño. Es un fenómeno meteorológico
natural asociado a un calentamiento inusual de las aguas superficiales del
océano Pacífico oriental, que puede afectar el clima en todo el mundo.
SISTEMAS AGROALIMENTARIOS RESILIENTES
En un mundo ideal, los sistemas agroalimentarios serían resilientes, inclusivos y sostenibles, producirían alimentos suficientes, inocuos y nutritivos para todos y generarían medios de vida que garantizaran el acceso económico de la población a esos alimentos. Hoy, sin embargo, los sistemas agroalimentarios no permiten mantener libre del hambre a cerca del 10% de la población mundial.
La creación de sistemas agroalimentarios resilientes debería ser un objetivo clave de las políticas y debe garantizar que todos los componentes de los sistemas agroalimentarios funcionen bien a lo largo del tiempo. Ello requiere incorporar la resiliencia en las políticas agroalimentarias y una mayor coordinación entre todos los sectores y niveles pertinentes de las instituciones públicas para asegurar la coherencia de las políticas.