La basura electrónica ya tiene su lugar en Salta
Montañas de monitores de computadoras, televisores, lavarropas, heladeras y otros artefactos van dejando sin espacio el fondo de un terreno de calle La Rioja 780. La planta de tratamiento de residuos eléctricos y electrónicos va adquiriendo forma. Se trata del primer lugar donde los salteños pueden dejar aquellos aparatos que ya no usan en la casa o en el trabajo.
Por ahora “lo que se está haciendo es acopiar el residuo electrónico y clasificarlo. Lo que se tiene que empezar a hacer es desmantelar todo para mandar por separado plásticos, chapas, cables, plaquetas, vidrios, y otros elementos cada uno a una industria distinta de reciclaje en la provincia de Buenos Aires, Mendoza o Neuquén”, explicó Cristian Gil, uno de los responsables del emprendimiento familiar.
El próximo mes, la planta estaría en condiciones de realizar el primer envío de materia prima para reciclaje. “Estamos esperando que en Políticas Ambientales nos habiliten como Operadores de Residuos Peligrosos. Creo que en las próximas semanas ya lo tenemos”, señaló el joven comerciante quien, junto con su familia, tradicionalmente se dedicó a la compra - venta de metales y que ahora incursiona en la nueva iniciativa.
Para el subsecretario de Servicios Públicos y Control Ambiental de la Municipalidad de Salta, Normando Zúñiga, se trata de un proyecto positivo para la ciudad que se debe incentivar. Con respecto a la habilitación explicó que “la planta está gestionando el tratamiento de la basura electrónica en Residuos Peligrosos de la Provincia, dado que nosotros no tenemos competencia en eso. Pero tampoco existe una legislación nacional”.
Zúñiga agregó que “hay una tendencia en el mundo de que cuando se abre la carcaza de algún artefacto este se convierte en residuo peligroso. Por eso para funcionar en Salta ellos deben contar con dicha habilitación. En la Municipalidad se lo habilita como comercio y sé que el expediente está en Provincia”.
El depósito está abierto de lunes a viernes, de 9 a 13 y de 16 a 20. Lo que más dejan son computadoras y televisores viejos. Aunque es basura que ya no le sirve a la gente, se paga por esta $0,25 el kilogramo de aparato electrónico entero.
“Es una manera de fomentar la entrega del residuo para que las personas que tienen una heladera o un televisor en la casa no lo saquen a la calle; y que el dinero le sirva por lo menos para pagar el flete”, expresó Gil.
Un proyecto ambicioso
El proyecto de la planta de tratamiento de residuos eléctricos y electrónicos es ambicioso. Contempla la creación de más de 15 puestos laborales, la recolección domiciliaria (o barrial) de los artefactos y, de ser posible, un tratamiento para las pilas. Hacia allí se encaminan las gestiones, especialmente en la comuna salteña.
“Acá hay para 15 puestos laborales seguro, sin embargo, por el momento es imposible adquirir esa responsabilidad sin un convenio con la Municipalidad”, señaló Cristian Gil, quien trabaja a diario a la par de Oscar Bazán, el único ayudante de la planta.
Si bien aún no promocionaron de forma masiva la existencia del local de desechos electrónicos, el boca a boca les dio bastante trabajo durante los nueve meses que llevan de funcionamiento.
“Si anunciamos lo que realmente hacemos de manera masiva hoy no contamos con recurso humano suficiente ni con maquinaria adecuada. Recién estamos empezando, todavía nos falta para recibir residuos de toda la ciudad”, explicó Gil.
Adoptar cada vez más la cultura de reciclaje
Si un vecino tira un televisor, la empresa recolectora no lo levanta. Y si se rompe, se desparraman sus piezas y provoca un compromiso ambiental.
Para Cristian Gil, uno de los impulsores de la planta para basura electrónica, se trata de educar a la gente. “Hay que enseñarles la cultura del reciclaje. Hay cosas que no se pueden tirar como se viene diciendo con las pilas, botellas, tapitas. Nosotros estamos acá trabajando con la intención de brindar ese servicio. Que haya un lugar donde uno pueda dejar su residuo electrónico y no sacarlo a la basura complicando al sistema de recolección de residuos, complicando a los vertederos por la contaminación ambiental”.
Varias organizaciones ambientalistas de la Argentina estiman que cada persona arroja tres kilos anuales de chatarra electrónica. Mientras, dos proyectos de ley, uno en la Legislatura provincial y otro en el Congreso Nacional, que buscan regular la disposición final de las piezas, siguen cajoneados.
A pesar de la falta una política de reciclaje, Gil destacó: “Es impresionante ver personas con vocación de reciclaje. Todos los días viene gente de todos lados a traer su celular viejo, un cargador, un monitor. La aceptación de la gente al enterarse que tienen un lugar para dejar sus residuos es buenísima. Todos agradecen que brindemos este servicio”.
Las pilas son un problema de vieja data. Entre la población reina la confusión sobre dónde y cómo tirarlas. Con buenas intenciones, vecinos e instituciones realizan campañas para juntarlas. La medida es cuestionada por algunos especialistas ya que sostienen que el acopio representa mayor peligrosidad.
Cristian Gil señaló: “Nosotros deberíamos ser ese lugar donde la gente venga a traer su botellita con pilas, el problema es que aún no tenemos a quién mandárselas, y si las tenemos acá a todas juntas es un problema”.
Fuente: El Tribuno