Peligro: La selva amazónica en umbrales críticos de No retorno
“La selva amazónica puede
exhibir una fuerte regresión a fines del siglo XXI”, indican científicos
británicos en un estudio publicado en la revista Nature este marzo. Desde
comienzos de la década del 2000, más del 75 % de la selva amazónica ha ido
perdiendo la capacidad de recuperar sus propiedades ecológicas tras el impacto
de la deforestación y la crisis climática. La conclusión de este trabajo
encendió las alarmas, porque la resiliencia de la selva “es crucial para la
biodiversidad, el clima regional y el ciclo global del carbono”.
Los cinco millones y medio de kilómetros cuadrados de la Amazonía, que se extienden a través de nueve países, no solo son sede de una vasta y rica biodiversidad. También son claves para el sistema climático de la Tierra: en condiciones normales la Amazonía actúa como un gran sumidero de dióxido de carbono (CO2), uno de los gases de efecto invernadero responsables del calentamiento global.
Sin embargo, según una publicación del Global Systems Institute de la Universidad de Exeter, en el Reino Unido, esta función se ha visto deteriorada en las últimas cuatro décadas, y con la mortandad de árboles en las grandes sequías de 2005 y 2010 la selva se transformó temporalmente en lo contrario: una usina de CO2.
LOS SOSPECHOSOS DE SIEMPRE
No es novedad que el combo explosivo de cambio climático acelerado y cambios en el uso del suelo están empujando a la selva amazónica a umbrales críticos. Por un lado, incendios localizados que amplifican la sequía y la pérdida de bosques, y que pueden llevar a que el propio régimen de incendios pase de “localizados” a “megaincendios”. Por el otro, la deforestación y la degradación de bosques, ya sea por sequías o intervención humana directa, reducen la transpiración de los árboles y la humedad que se traslada hacia el oeste, reduciendo las precipitaciones.
Entre los factores climáticos, el estudio apunta que la Amazonía padeció tres megasequías en un siglo, junto a anomalías en la temperatura de la superficie del océano Atlántico tropical y aumentos en la temperatura atmosférica por las emisiones de gases de efecto invernadero.
Pero el verdadero hallazgo de los expertos es que el “pulmón del planeta” está en dificultades para recuperar su cobertura vegetal tras sequías o incendios, por ejemplo, en especial en regiones con un estrés por aridez más pronunciado, con bajo nivel de precipitaciones y cercanía a actividades humanas, como la tala de árboles, la expansión de áreas de cultivo y la construcción de carreteras. La vegetación en el Amazonas está cambiando: los árboles perecen con más frecuencia y tardan más en volver a crecer.
¨Pero el verdadero hallazgo de los expertos es que el “pulmón del planeta” está en dificultades para recuperar su cobertura vegetal tras sequías o incendios¨…
Y esto, aunque aún no sea evidente: grandes partes de la selva amazónica pueden estar comprometidas antes de mostrar un cambio fuerte en su estado medio. “El Amazonas se está acercando a un punto de inflexión que, de superarse, provocaría el colapso de la selva tropical en una pradera o sabana seca”, apuntan especialistas en sostenibilidad y resiliencia en un artículo de The Conversation a propósito del estudio publicado por Nature.
La escasez de agua en el Amazonas impacta directamente en la agricultura, algo grave si se considera que Brasil, por ejemplo, cultiva más de un tercio del azúcar, exporta un tercio del café y produce casi el 15 % de la carne a nivel global. La conversión de la selva en sabana también afectaría la vida y los medios de subsistencia de comunidades originarias de Ecuador y Perú, que ya sufren a causa de las petroleras, la instalación de campamentos mineros y la implantación de monocultivos que degradan sus territorios y áreas protegidas.
Los investigadores de Exeter no pueden pronosticar cuándo la selva amazónica traspasará el punto de no retorno, aunque señalan claramente una orientación en tal sentido. Pero no todo está perdido. Aún hay tiempo de actuar, dicen los expertos: una combinación de conservación y reducción de emisiones contaminantes es la receta indispensable para un pulmón planetario sano. El freno a la deforestación no solo protegerá las partes del bosque directamente amenazadas, sino que también beneficiará la resiliencia de la selva amazónica en escalas espaciales mucho mayores.