Los espacios verdes alivian la soledad en las ciudades
Vivir rodeado de gente no significa sentirnos más acompañados, advierten investigadores británicos en un estudio publicado en la revista Nature y que tomó como base las respuestas que centenares de personas de todo el mundo ofrecieron a una aplicación móvil diseñada con ese fin. Como contraparte, los expertos definieron que los entornos naturales se convierten en aliados fundamentales en la batalla contra la soledad.
Con el desarrollo de la app Urban Mind, entre abril de 2018 y marzo de 2020 los científicos indagaron en tiempo real sobre la relación entre vivir en una ciudad y la soledad. Una de sus funciones, llamada “evaluación ecológica instantánea”, preguntaba aleatoriamente a los participantes dónde estaban, cómo era su entorno y cómo se sentían en ese momento.
LAS CONSECUENCIAS INDESEADAS EN LA SALUD SALUD FÍSICA Y MENTAL
La soledad es materia de análisis en revistas y portales, pero no una prioridad en la atención pública de la salud, concluyeron en noviembre de 2020 expertos convocados por la compañía británica Vodafone. Según la publicación, la soledad podría convertirse en una epidemia para 2030. Según Andrea Mechelli, profesor del King’s College de Londres que participó del desarrollo de Urban Mind, esto puede tener consecuencias indeseadas en la salud física y mental, desde depresión y declive cognitivo a alcoholismo y enfermedades cardíacas.
La urbanización crece a ritmo acelerado y, entre otros factores, trae consigo un aumento en la soledad, ese sentimiento de angustia que resulta de la discrepancia entre el contacto social deseado y el real. Pero la pandemia, el trabajo desde casa, las familias cada vez más pequeñas y la digitalización de la vida cotidiana también tienen mucho que ver.
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Actualmente se calcula que más de la mitad de la población mundial reside en áreas urbanas. El trabajo de Mechelli y sus colegas, titulado Solitario en una multitud: investigando la asociación entre el hacinamiento y la soledad utilizando tecnologías de teléfonos inteligentes, nació de las respuestas a la “evaluación ecológica instantánea”.
“Descubrimos que estar en entornos superpoblados aumentaba la soledad hasta en un 38 %”, cuenta Mechelli sobre el estudio, del que participaron 756 personas de todo el mundo (un 50 % de Europa, Estados Unidos y Australia), que completaron 16 602 evaluaciones en total. La tendencia no se alteró significativamente al considerar factores como la edad, el género, la etnia, el nivel educativo y la ocupación.
LO MÁS IMPORTANTE ES LA CALIDAD DE LAS RELACIONES
Una de las conclusiones fundamentales de la investigación es que, si de contrarrestar la soledad se trata, lo verdaderamente importante es la calidad y no la cantidad de relaciones sociales. Cuánta gente tengamos alrededor no hará la diferencia; en cambio, el sentimiento de soledad tiende a disminuir cuando las personas se rodean de otras con las que comparten valores e ideas afines. Y no da igual el lugar donde uno esté: las personas tenían un 28 % menos de probabilidades de sentirse solas en entornos urbanos con árboles, plantas y aves, entre otras características naturales.
“Si la soledad disminuye con el contacto con la naturaleza, mejorar el acceso a espacios verdes y azules de alta calidad (como parques y ríos) en áreas urbanas densas puede ayudar a las personas a sentirse menos solas”, dice Mechelli, que agrega que investigaciones anteriores ya habían mostrado el impacto positivo de la naturaleza en la salud mental.
Estas definiciones son un llamado de atención para la realidad de nuestro país, donde se eliminan sistemáticamente los espacios verdes en las ciudades, donde residen nueve de cada diez habitantes. Además de quitar alivio para las islas urbanas de calor y obstaculizar la absorción de emisiones contaminantes, la falta de espacios públicos de características naturales, como plazas, parques y accesos a ríos y lagos, también afecta la calidad de vida de las personas.