La normativa, que se
aplicará en Ciudad de Buenos Aires, fue una iniciativa de Sergio Abrevaya y la
ONG Ecohouse. La multa oscilaría entre los $ 642 y los $ 14.980.
Por Roberto Andrés para
Sustentartv
El pasado jueves 10 de
diciembre la Legislatura porteña aprobó la normativa según la cual “queda
prohibido arrojar colillas de cigarrillos, cigarros o filtros en el espacio
público de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”. Se trata de una iniciativa de
Sergio Abrevaya (Gen) y la ONG Ecohouse, despachada por la Comisión de
Protección y Uso del Espacio Público. En la Ciudad de Buenos Aires se arrojan
entre 500.000 y 2.000.000 de colillas diarias.
Aquel que no respete la nueva prohibición será “sancionado con una multa de 30 a 700 unidades fijas, la obligación de realizar trabajos comunitarios relacionados con la preservación del ambiente o la concurrencia a cursos especiales de educación y capacitación en materia ambiental”. Según las estimaciones del actual valor de la unidad, la multa oscilaría entre un mínimo de $ 642 y un máximo de $ 14.980.
Los establecimientos que deberán garantizar la implementación de las medidas son los locales bailables, los establecimientos donde se elaboren, fraccionen, sirvan o expendan alimentos o bebidas, los shoppings, las galerías de comercios o paseos comerciales a cielo abierto. También los alojamientos, edificios de oficinas y lugares de eventos públicos o privados.
La Autoridad de Aplicación, que
deberá ser “el organismo con mayor competencia en materia ambiental del Poder
Ejecutivo”, deberá implementar acciones y estrategias tendientes a informar, sensibilizar
y concientizar, en materia de impacto ambiental, lo que ocasiona arrojar
filtros o colillas de cigarrillos o cigarros en el espacio público”, concluye
la nueva legislación.
La asociación civil Eco House
realizó un informe y recolectó 10.000 filtros en solo dos horas en veredas y
calles de cinco manzanas del Microcentro porteño para mostrar el peligro que
significa. Una sola colilla alcanza para contaminar hasta 60 litros de agua.
Las colillas de los cigarrillos están compuestas por filtros de acetato de celulosa, un derivado del petróleo, que se utiliza para diluir y enfriar el humo inhalado por los fumadores y para atrapar parte del alquitrán que contienen los cigarrillos. Son la mayor causa de basura en el mundo y representan entre el 30 y 40 % de todos los residuos recogidos cada año en la limpieza urbana y en la de las playas a escala internacional.
Se estima que se desechan 4,5
trillones de colillas por año en todos los rincones del planeta. Otro dato a
tener en cuenta es que las colillas arrojadas al suelo en áreas forestales, sin
ser debidamente apagadas, son causantes de un gran número de incendios.
La industria tabacalera es una
de las principales responsables de la deforestación a nivel mundial. El 93 % de
la misma ocurre en países en desarrollo. Cada año, aproximadamente, dos
millones de hectáreas de bosques se talan para el uso de la madera en la
producción del tabaco. Se utilizan cinco kilos y medio de madera para curar un
kilo de hojas verdes de tabaco, para tornarlas marrones y que adquieran ese
aroma tan característico.
Según datos aportados por la
Organización Mundial de la Salud (OMS), la madera de un árbol sirve para
obtener tabaco para trescientos cigarrillos. En el mundo, por año, se consumen
6.000 millones de cigarrillos. A su vez, existen decenas de partículas nocivas
en los cigarrillos, como acetato de celulosa, alquitrán, aluminio, bario,
cadmio, cromo, cobre, hierro, manganeso, níquel, plomo, estroncio, titanio,
zinc, nicotina, entre otras, de las cuales, al menos 100 son consideradas de
alta toxicidad.
En consonancia con la reciente aprobación, la ONG impulsó junto a la Agencia de Protección Ambiental (APrA) una campaña de concientización y colocación de cestos especiales para colillas a lo largo de la Avenida 9 de Julio, entre Santa Fe y Avenida de Mayo.