Planta invasora amenaza ecosistema Antártida
Planta invasora amenaza ecosistema Antártida. La Antártida es un sistema muy frágil ya que está aislado y tiene unas condiciones climáticas adversas, pero este aislamiento se ha ido rompiendo con la llegada del turismo y el cambio climático. Su impacto en la flora y fauna antártica nativa es objeto de estudio por parte de científicos y han constatado que insectos y plantas invasoras han ganado terreno en los últimos años a las especies autóctonas y, en algunos casos, incluso las han eliminado de su hábitat natural.
Hoy en día la preocupación por la creciente degradación ambiental causada por especies no nativas en la Antártida es máxima, por lo que la introducción deliberada o accidental de especies está prohibida y se intenta controlar para preservar los valores naturales autóctonos del continente. La Antártida es el continente menos afectado por el hombre, siendo un espacio único para estudiar la vida en su estado más natural. La introducción de especies, facilitada por el cambio climático y la creciente actividad humana en la Antártida, degradan la singularidad de sus ecosistemas.
Un ejemplo es una planta llamada "pasto azul europeo", también llamada "hierba de Kentucky" (Poa pratensis). Esta planta llegó accidentalmente con experimentos de repoblación de la Antártida con hayas australes (Nothofagus sps). Aunque las hayas repobladas no fueron capaces de sobrevivir a la dureza de las condiciones climáticas antárticas, el cepellón de tierra también contenía herbáceas con un fuerte potencial invasor (pasto azul europeo), que se establecieron como colonia y han venido aumentando su distribución durante los últimos 60 años.
En principio del 2015 se llevo a cabo un proyecto para la erradicación de esta planta invasora amenaza el ecosistema de la Antártida. Este proyecto se plantea explorar a dos escalas espaciales (local y biogeográfica) los posibles riesgos de introducción, establecimiento y expansión de especies invasoras en los ecosistemas terrestres antárticos, teniendo en cuenta los efectos del cambio climático y los impactos locales asociados al creciente movimiento de científicos y turistas en el territorio. Para evitar todo rastro de materia alóctona (especies invasoras) se examinó minuciosamente el terreno excavado, eliminando todo rastro de raíz y rizomas en grietas, incluso quemando la superficie de la roca madre con un pequeño soplete.
Aunque la erradicación ha sido un éxito, no se puede garantizar que se haya logrado una remoción completa hasta que haya trascurrido un tiempo de vigilancia y, por tanto, la batalla por preservar los ecosistemas antárticos sigue en marcha.