Papas al rescate de tu intestino y el planeta
Fritas, en puré, tortilla, pastel y decenas de otras versiones culinarias, las papas son generosas en la mesa de millones. Pero esta planta tuberosa originaria del altiplano tiene más para ofrecer en un planeta en estado crítico: las cáscaras. Dos científicas de universidades británicas desarrollaron una tecnología para crear prebióticos a partir de desechos alimenticios.
Prebióticos a partir de desechos alimenticios
En el marco de una crisis
climática y ecológica que cada vez exhibe más ejemplos en nuestras vidas,
eliminar el desperdicio innecesario de comestibles es una tarea urgente en la
que todos pueden aportar. Según la ingeniera química Eleanor Binner, de la
Universidad de Nottingham, y la profesora de Bioprocesamiento Sostenible
Afroditi Chatzifragkou, de la Universidad de Reading, hay opciones hogareñas
para reducir los residuos alimenticios, como minimizar desechos (por ejemplo,
comprar frutas y verduras pequeñas o que se suelen descartar por la forma) o
redistribuirlos entre animales hambrientos.
Sin embargo, no todos los desechos son comestibles: la cáscara de la cebolla es un ejemplo. Muchos de estos residuos alimenticios que no se pueden aprovechar para el consumo son reciclados para hacer fertilizantes o energía, cuando no descartados en vertederos.
A las formas tradicionales de gestión de los desechos alimenticios se suma la fabricación de prebióticos a partir de las cáscaras de papa y otros comestibles. En un artículo de The Conversation, las especialistas explican que esta es una forma de retener “el valor de las moléculas de los alimentos para que aún puedan usarse para el propósito previsto de proporcionar beneficios nutricionales y para la salud”.
¿QUÉ SON LOS PREBIÓTICOS?
Según las expertas, los prebióticos son un grupo de nutrientes (principalmente carbohidratos) resistentes a las condiciones ácidas del intestino humano y que a la vez estimulan el crecimiento de bacterias beneficiosas. Están en espárragos, achicorias, alcachofas de Jerusalén, frijoles, garbanzos, plátanos, manzanas e incluso en la leche.
Entre todos sus beneficios (absorción de calcio y mejora de la función de barrera del intestino), destacan su aporte al sistema inmunológico, ya que aumentan los microorganismos protectores y disminuyen las bacterias dañinas. Los sistemas cardiovascular y nervioso central también se benefician de la mejora en la circulación sanguínea.
Pero no todas son buenas noticias (todavía): los prebióticos se encuentran en muy baja cantidad en los alimentos, razón por la cual “los científicos están buscando formas alternativas de hacerlos a gran escala para que puedan usarse como suplementos o para fortalecer los productos alimenticios existentes”, dicen las expertas.
LAS PAPAS AL RESCATE
La mayoría de los oligosacáridos prebióticos para suplementos se producen a partir de enzimas. Actualmente muchas industrias sintetizan nutrientes de manera sostenible mediante el uso de microorganismos o enzimas que crecen en los desechos de la industria alimentaria, o mediante el desarrollo de tecnologías amigables con el ambiente.
Conociendo la evidencia de que los oligosacáridos de pectina, producidos a partir de carbohidratos extraídos de la cáscara de papa, por ejemplo, podrían usarse para hacer un prebiótico, en 2016 Binner y Chatzifragkou decidieron probarlo a gran escala.
Así lo explican: “El proceso utiliza tecnología de microondas, y como funciona con energía eléctrica significa que puede usar fuentes de energía renovables en lugar de depender de la quema de combustibles fósiles. A diferencia de los procesos de extracción a escala industrial similares, que usan ácidos para extraer moléculas objetivo, nuestro proceso usa solo agua como solvente. El agua se difunde en el material vegetal, donde las pectinas se liberan de la pared celular de la planta y se disuelven en el agua”.
Con esta técnica, libre de energía fósil y químicos tóxicos, las científicas pueden extraer grandes cantidades de oligosacáridos de pectina de cáscara de papa y otros alimentos como la pulpa de remolacha azucarera y pulpa de manzana. Confían en que este descubrimiento “será bueno para nuestra salud y también nos ayudará a reducir el impacto del desperdicio de alimentos en el ambiente”.