Salud ambiental en la Escuela
Salud ambiental en la escuela es un proyecto de la Fundación Vivo Sano para enseñar a los niños a identificar los tóxicos ambientales: dónde se encuentran, cómo pueden afectarles y de qué manera se puede reducir su influencia. Este programa se comenzará a impartir en enero de 2015, a más de 1.500 alumnos de una docena de colegios, repartidos por la geografía española, pero el objetivo es ampliar su radio de acción, no solo en España, sino también en América Latina.
Los tóxicos ambientales pueden ocasionar o agudizar diferentes enfermedades que afectan (y cada vez más) a los niños, como el déficit de atención, la hiperactividad, la obesidad, el asma, diversas alergias, pubertad precoz o dificultades en el aprendizaje. Por este motivo, es de gran importancia fomentar ciertos hábitos saludables y la mejor forma de hacerlo es enseñarlos en edades tempranas, cuando los niños tienen una mayor capacidad de aprendizaje y de adquirir nuevas costumbres.
La forma de inculcar estos conocimientos será a través de talleres prácticos, con actividades que a los niños les puedan parecer divertidas, a la vez que son educativas. Mediante un juego de detectives, podrán identificar los tóxicos, estudiarlos y buscar alternativas para evitar la exposición a ellos. Los alumnos tendrán que llevarse tareas para casa, de forma que puedan compartir los ejercicios con sus tutores y, de esta forma, difundir los hábitos saludables en su entorno familiar.
El programa de la Fundación Vivo Sano es totalmente gratuito e incluye cursos para formadores e información para los padres de los alumnos. De esta manera, los centros educativos pueden optar por formar a uno de sus profesores, solicitar que personal de la propia fundación imparta los talleres o descargarse los materiales de la página web, para organizar las actividades de forma autónoma.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 25% de las enfermedades están ocasionadas o agravadas por factores ambientales, incluyendo la exposición a ciertas sustancias presentes en nuestra vida diaria, como los ftalatos, el bisfenol A, los retardantes de llama o los metales pesados. Los niños son más vulnerables, ya que su organismo aún no está lo suficientemente desarrollado para eliminar correctamente estas sustancias, además de tener una exposición mayor, en proporción, debido a su menor tamaño. Otro agravante es la imprudencia de los pequeños, que juegan por el suelo, se llevan las manos a la boca y no tienen aún asumidos hábitos básicos de higiene.
El proyecto de la Fundación Vivo Sano viene a cubrir un vacío en el sistema educativo español, que no ha conseguido aún llamar la atención de las administraciones públicas. Aun en esta grave crisis que seguimos padeciendo, solo el 5% de la inversión sanitaria se dedica a la prevención, una falta de previsión que luego hay que pagar con gastos en diagnósticos y tratamientos. Aunque lo peor de esta irresponsabilidad política es que la gente está más expuesta a las enfermedades relacionadas con los tóxicos ambientales. Y no solo es culpa de los gobernantes, la sociedad no tiene interiorizado este grave asunto. Apenas se pone cuidado en conocer el riesgo de algunos productos de uso frecuente, como insecticidas o productos de limpieza, ni siquiera en saber si ciertos alimentos pueden contener tóxicos. Este desconocimiento se extiende a los educadores e, incluso, a los profesionales sanitarios. Una vez más, la concienciación es fundamental.