Un envase biodegradable para reemplazar los potes de helado de telgopor
Si bien sus defensores reclaman que se trata de un material reciclable, cada vez hay más ciudades que prohíben el poliestireno o telgopor (tela gomosa porosa). Este material genera dos clases de problemas para los animales marinos cuando ingresa a estos ecosistemas: mecánicos y biológicos.
UNA BOLA TÓXICA QUE VIAJA POR EL OCÉANO
“Con mucha frecuencia encontramos poliestireno en los intestinos y eso provoca bloqueos que pueden ser letales”, dice Douglas McCauley, profesor de Biología Marina de la Universidad de California. “Si piensas lo preocupante que puede ser un bloqueo leve por la ingestión de algo malo, imagínate lo que puede causar la ingestión de una bola entera de poliestireno extruido”.
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En cuanto a sus propiedades absorbentes, estas lo hacen aún más peligroso. “Esencialmente, el poliestireno actúa como una pequeña esponja, recogiendo y concentrando algunos de los contaminantes más dañinos que hay en el océano”, señala McCauley. “Luego, la ve una tortuga marina y se la come pensando que es una medusa”.
Y no es solo malo para los peces y los océanos. “Es muy preocupante que algunos de estos peces que se alimentan de plásticos acaben en nuestro plato”, agrega.
ALTERNATIVAS TECNOLÓGICAS AL TELGOPOR
Es por eso que en plena pandemia y en base a las constantes demandas por parte de la población para buscar nuevos usos y productos que puedan satisfacer sus necesidades sin tener que contaminar, el Grupo HZ lanzó una línea de productos para delivery y take away elaborados con cartulina biodegradable, reciclable y apta para el contacto directo con todo tipo de alimentos y temperaturas.
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En junio, con motivo del Día de la Gastronomía Sostenible, lanzaron una cuchara hecha de cartulina, cuya fabricación quedó en manos de Interpack, que puede usarse para comer helado, ensalada u otro tipo de alimentos, ya que su estructura es resistente y posee un tratamiento antihumedad y antigrasa.
Posteriormente, en agosto, probaron con potes de un cuarto, medio y un kilo, y una caja térmica, que pudieran contener helado y ser distribuidos. Los potes, que se degradan en menos de 18 meses (mientras que los recipientes de telgopor tardan más 500 años), también son aptos para el contacto directo con alimentos, tienen una estructura resistente, no tienen blanqueadores y poseen un tratamiento antihumedad y antigrasa, al igual que las cucharas.
En una segunda etapa la línea incluirá bandejas y recipientes para comidas preparadas, y en una tercera fase presentará cubiertos, cuchara chica y revolvedores de líquidos. Se trata de un material triplemente ecológico: es reciclable, biodegradable y se produce a partir de papel reciclado.
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Una gran ventaja de estos productos es que sus precios son similares a los que habitualmente encontramos en el mercado, por lo que no representan un costo más elevado para el consumir, y al estar fabricados de forma masiva (ya que también se trabajó en el desarrollo de una maquinaria que forma y pega automáticamente los productos) podrán estar disponibles en todo el país.
INNOVACIÓN Y DESARROLLO POR EL AMBIENTE
“Bajo las problemáticas ambientales existentes y las nuevas necesidades de los consumidores, nos desafiamos a pensar distinto”, explicó Santiago Villagra, uno de los responsables. “Con la línea nos enfocamos en desarrollar y fabricar productos innovadores, funcionales, disruptivos, reciclables, amigables con el medio ambiente y a precios competitivos”.
“Para crear los potes de helados utilizamos la perspectiva ‘job to be done’ y la pregunta que nos hicimos fue ¿cómo podemos trasladar helado durante 45 minutos de manera sustentable?”, explica James Mac Donald, del área de Innovación.
“Nos centramos en la conservación de la temperatura y la elección de materiales biodegradables y como valor agregado trabajamos sobre la optimización del espacio de almacenaje tan útil para las heladerías”.