Gestión de RAEEs: tecnología, reinserción y ambiente en equilibrio
¿Te imaginas que una computadora vieja pueda tener una segunda vida dentro de una cárcel? En la provincia de Buenos Aires, esa escena no es ficción. Con la gestión de RAEEs, esto es posible. Desde 2009, el Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB) lleva adelante el Programa de Disposición y Reutilización de Tecnologías en Desuso (DRTD). Una iniciativa que une tres piezas clave: gestión ambiental, formación laboral y reinserción social.
Lo que para muchos es basura electrónica, aquí se transforma en oportunidad. Aparatos en desuso que dejarían una huella tóxica en el ambiente son recuperados, reparados o desarmados con precisión. Y quienes se encargan de esa tarea son personas privadas de libertad, que encuentran en el proceso un oficio y una esperanza.
La vida útil de la basura electrónica
La mayoría de nosotros acumula cargadores viejos, monitores obsoletos o CPUs que ya no encienden. Eso se llama RAEEs: Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos. Son uno de los problemas ambientales más crecientes en el mundo. Contienen plásticos, metales y sustancias peligrosas que, si no se tratan, contaminan suelos y aguas por décadas.
El DRTD nació como respuesta a este desafío. Su meta es doble: mitigar el daño ambiental y, al mismo tiempo, brindar herramientas de reinserción laboral. En otras palabras, dar soluciones ecológicas mientras se construye futuro.
Cómo funciona el programa de gestión de RAEEs
Las plantas de tratamiento de RAEEs del SPB operan en siete unidades penitenciarias: Sierra Chica (2 y 38), La Plata (9), Urdampilleta (17), Florencio Varela (24), Batán (44) y Melchor Romero (45). Allí, 29 personas privadas de libertad trabajan junto a personal penitenciario capacitado como Gestores y Recuperadores de RAEEs.
El proceso de gestión de RAEEs tiene varias etapas:
- Recepción: llegan equipos donados por municipios, organismos estatales y empresas privadas. Se registran peso, procedencia y fecha.
- Clasificación: se separa lo que puede repararse de lo que irá al desguace.
- Reutilización: los aparatos recuperados se reacondicionan para ser donados a oficinas penitenciarias u organismos públicos.
- Desguace y valorización: lo que no se recupera se desarma hasta obtener piezas limpias. Plásticos, cobre, bronce o aluminio se reincorporan al mercado como materias primas.
En 2024, las plantas recibieron más de 40.000 kilos de equipos. Se reacondicionaron 90 computadoras que volvieron a funcionar en oficinas estatales. Y en lo que va de 2025, ya han llegado donaciones de once municipios bonaerenses y varios organismos provinciales.
Economía circular tras las rejas con la gestión de RAEEs
Lo interesante de este programa es que encarna el concepto de economía circular. Nada termina en la basura sin antes intentar darle un nuevo uso. Los plásticos se muelen, embolsan y venden. Los metales se valorizan en el mercado. Los equipos reparados se devuelven a la comunidad.
Ese círculo virtuoso se sostiene con trabajo real. Personas que antes no tenían oficio ahora aprenden a clasificar, reparar, desarmar y valorizar componentes. Lo aprendido les servirá fuera de prisión, cuando llegue el momento de reinsertarse.
Más allá de Buenos Aires: gestión de RAEEs en el país
La gestión de RAEEs no es exclusiva del SPB. En Argentina existen otros programas y cooperativas que trabajan con la misma meta: reducir el impacto de la basura electrónica.
- Córdoba Recicla: la Universidad Nacional de Córdoba impulsa un programa que recibe equipos en desuso y los reacondiciona para escuelas.
- Mundo Reciclado (Santa Fe): una cooperativa que desarma electrónicos y vende sus componentes como materia prima, generando empleo local.
- RAEE Neuquén: el municipio cuenta con un centro especializado en recolectar, clasificar y procesar residuos electrónicos.
- Programa E-Basura (La Plata): dependiente de la UNLP, reacondiciona equipos informáticos para donarlos a organizaciones sociales y educativas.
- Red Reciclar : Una ong que valoriza los residuos dándole una segunda oportunidad, Esnaola 3703, San Justo, Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Cada experiencia muestra que el país avanza, poco a poco, hacia una gestión más responsable de los residuos electrónicos.
El impacto en números
Los datos hablan por sí solos. En las plantas del SPB, más de 40 toneladas de equipos fueron tratados en un solo año. Computadoras que iban a ser chatarra se convirtieron en herramientas útiles. Y detrás de cada kilo procesado hay una persona que aprendió un oficio nuevo.
La ecuación es clara: menos contaminación, más capacitación, mayor reinserción. Todo gracias a un sistema que reconoce el valor oculto en lo que otros descartan.
Una lección de sustentabilidad
La historia del DRTD nos recuerda algo esencial: la sustentabilidad no es un eslogan. Es una práctica que toca vidas concretas. Un monitor reparado significa menos basura y más oportunidades. Una tonelada de plástico reciclado significa menos petróleo consumido y más recursos para quienes trabajan en su recuperación.
Así, las cárceles bonaerenses dejan de ser solo espacios de encierro. Se convierten en talleres donde se repara tecnología y, al mismo tiempo, se reparan trayectorias de vida.
Con esto, la próxima vez que mires ese CPU olvidado en un rincón, o la notebook que ya no funciona, piensa: ¿qué destino le darás? ¿Lo dejarás convertirse en basura peligrosa o lo entregarás a un programa de gestión de RAEEs?
En Argentina existen alternativas. Desde universidades hasta municipios, pasando por cooperativas y programas penitenciarios, cada iniciativa suma a un mismo propósito: transformar residuos en oportunidades. La pregunta que queda flotando es sencilla: si la basura electrónica puede renacer, ¿por qué no también las personas?

