A 13 años se repite la historia
Hace tan solo 13 años ocurría tal vez uno de los hechos más importantes de la historia de Bahía Blanca relacionados con la seguridad industrial y el ambiente, y que trajo como consecuencia la toma de conciencia por parte de la comunidad del peligro, el impacto ambiental y los riesgos asociados a la actividad química y petroquímica. Hablamos de los escapes de cloro y amoníaco suscitados en las empresas Solvay Indupa y Profértil respectivamente, los días 20 y 27 de agosto del año 2000.
Miedo a lo desconocido, afectados, temor, cortes de accesos, negociaciones, grupos vecinales, discusiones entre partidos políticos, pases de facturas, acuerdos y pseudosobornos, pérdidas millonarias de la industria, surgimiento de nuevas asociaciones ambientalistas, ley 12.530 y Tasa Ambiental. Resumiendo: crisis ambiental.
Intensamente se vivieron todas estas situaciones con la creencia de que los costos políticos, económicos y socioambientales asumidos, servirían para paliar, en parte, la pésima o bien nula política ambiental desarrollada por la ex Secretaría de Política Ambiental de la Provincia de Buenos Aires y la Municipalidad de Bahía Blanca, donde el modelo que imperaba hasta ese momento era el del “autocontrol” de las industrias, promoviendo así medidas de recaudación al menor costo posible.
El regreso de la institucionalidad en el marco de la crisis ambiental, a través del nuevo marco legislativo y las instancias de participación pública, hicieron que poco a poco y con una gran carga de trabajo y dedicación se fuera encaminando el crecimiento en conjunto entre el Estado, las industrias y la sociedad.
En este sendero, muchas veces la industria ha confundido su compromiso hacia la comunidad con el reparto de recursos a diestra y siniestra. Y aquellos que en distintas escalas fueron beneficiados con esta política, también han confundido sus valores y su rol en la sociedad con sus necesidades personales. Esto no le ha hecho bien al sistema.
Es un retraso innecesario que tarde o temprano cae de maduro y se hace público, y genera más rencor en la comunidad, deslegitimando a los referentes sociales y políticos que se ven envueltos y promoviendo así una crisis de credibilidad que no hace más que allanarle el camino a quienes quieren seguir produciendo sin hacer las inversiones que deben realizar para garantizar una normal convivencia y una producción sin impactos significativos en el entorno. Y si tal situación no fuera así solamente tendríamos que hacer un ejercicio de memoria y recordar algunos casos dentro de la política bahiense. Inclusive hoy se siguen observando referentes de la industria sentados en las mesas del Estado, avasallando con dinero e influencias, y co-ocupándose de los residuos sólidos urbanos, la seguridad vial, la cultura y las obras públicas, cuando aún no pueden resolver eficientemente sus propios problemas y los que generan a sus trabajadores y la comunidad.
A partir de nuevos incidentes ambientales en las empresas Dow y Profértil durante los últimos días se volvieron a reflotar interrogantes y se reabrieron profundas y dolorosas heridas, inclusive en el seno de los propios whitenses, donde aún persisten diferencias entre aquellos que han obtenido para ellos o para las instituciones que representan beneficios económicos o laborales a partir de la crisis del año 2000, y aquellos que aún siguen buscando una mejor convivencia sin dejar en el cajón de la cómoda sus valores. En el medio, los oportunistas que gritan para ser incluidos en el primer grupo.
Se repite la misma historia.
Ambas empresas con una gran tradición entre los bahienses de aportar recursos y atender numerosas solicitudes. Sin embargo, es sondeable que cuanto más se ocupan de estar presentes en temas ajenos a la producción y al mismo tiempo siguen siendo objeto de controversias por los impactos ambientales que generan, son proporcionales las críticas que reciben y caen ineludiblemente dentro de la mencionada crisis de credibilidad. A nuestro humilde y respetuoso entender, equivocan el camino a largo plazo.
No necesitamos que nos hagan el cordón cuneta, necesitamos poder respirar tranquilos sin temor a enfermar; no necesitamos que nos diagnostiquen a nosotros cuántos residuos generamos, anhelamos no tener que observar columnas de denso humo negro entorpeciendo el bello paisaje del cielo; no queremos que nos tomen el examen de conducir, queremos que ustedes aprueben todos los días el examen de producir.
Siempre hemos intentando efectuar críticas constructivas, aunque resulten incómodas, y lo seguiremos haciendo, como así también insistiremos en apostar al diálogo y a la racionalidad y no a las medidas de fuerza.
Para esta institución el futuro que nos espera como sociedad es sumamente optimista. Los tiempos van cambiando y tal como dijo el Dr. Ricardo Lorenzetti recientemente en una conferencia en la ciudad de Salta, “el ambientalismo no es una moda”, todo lo contrario, es una ideología que corta transversal y holísticamente a todas las instancias de la sociedad, y por lo tanto es esperable que su resultado sea un mejoramiento en todos los aspectos de la calidad de vida de las personas.
Hernán Zerneri
Presidente
Asociación Ambientalista Unión 20 de Agosto