Espacios públicos: El poder ausente

Espacios públicos: El poder ausente

10/29/2015 0

Espacios públicos: El poder ausente. La usurpación del espacio público se ha ido multiplicando tanto como la indiferencia en los controles gubernativos sobre esas inconductas punibles. Va de suyo que no es tan complejo comprender qué constituye un espacio público y, sin embargo cada vez son más las personas que por reclamos o actitudes egoístas se cargan los espacios y así vulneran las normas de convivencia que genera el derecho objetivo y demuelen la Constitución Nacional. Se trata en general de delitos o faltas continuadas en años y no atemperadas, corregidas o reprimidas en años.

Néstor Osvaldo Losa, abogado, (Doctor en Derecho y Ciencias Sociales, Profesor Consulto de la UBA) se refiere a los espacios públicos, que no solo son pasivos sectores librados a hechos maliciosos o con muestras de culpabilidad en los sujetos que los desprecian o inutilizan como tales, sino que se trata de un patrimonio de todos para el uso y goce del colectivo.

Fiscalización inexistente, controles notoriamente deficientes, falta de sanciones y ninguna responsabilidad por parte de autoridades, son notas destacables con nutridas evidencias que preocupan en todo sentido a la sociedad y que se traducen en una situación insostenible en el presente pero altamente preocupante para todos en su proyección futura.

Por supuesto que, en mayor medida y con más gravedad, el maltrato del espacio público se advierte en lo cuantitativo en las grandes ciudades y en particular, lamentablemente, en la Capital de la República y ciudad autónoma, sin excluir avenidas, rutas, etc.

Hace unos años aparecieron los denominados “piquetes” como herramienta de reclamo a las autoridades de los distintos niveles de gobierno:

– Se advirtió más preocupación por investigar el origen histórico o ideológico del fenómeno que el tratamiento jurídico con el plexo respectivo de derecho aplicable para corregir ese medio de protesta.

– También pasaron a ser utilizados para peticionar o llamar la atención en conflictos de empresas privadas por tópicos gremiales de los más variados. Así se cortan autopistas, puentes y caminos en general, dentro y fuera de las urbes.

– El armado de carpas, la invasión a canteros, fuentes, plazas y hasta por razones exclusivamente comerciales, la anulación de las aceras y las calzadas en importantes barrios porteños.

– También puede incluirse a los denominados “trapitos” coactivos y peligrosos.

Anomia y anarquía

Pasan los tiempos y lo que fue “viveza criolla” se transformó en anomia de una

sociedad cada vez más anárquica. El desinterés por el otro, por los otros, por las cosas de todos, es un signo impropio en una sociedad que conforma una república y el término, tiene su razón de ser pues, precisamente república etimológicamente significa “cosa pública” y ello implica el respeto de eso que nos pertenece a todos. El desprecio doloso del espacio público en todas sus formas, constituye una vulneración jurídica que merece sanciones.

La punibilidad a la que debe arribarse es, sin embargo, la frustración de la educación previa que fracasó; luego, de la carencia de previsión; más tarde, la deficiencia en la vigilancia y del control racional que impida la usurpación, el daño, la inutilización de los espacios para todos los que tienen el derecho de usarlo conforme a las leyes u ordenanzas.

Bochornoso suceso inimaginable pero real

Hace al menos cinco o seis años que en la Plaza de Mayo (originariamente llamada de la Victoria) que es el símbolo de la libertad, fue tomada parcialmente por supuestos “ex combatientes de Malvinas” que impusieron carpas y anularon un área visible e importante de la plaza mayor. Sus reclamos fueron desechados por la Justicia y no obstante ello, persistieron en la usurpación que, por otra parte, careció de apoyo tanto de la comunidad como de las fuerzas políticas o sociales. Carecemos de gobernanza y esto es la prueba.

Sin embargo, hace pocos días, los ocupantes del sector al que refiere Losa, no contentos con su actitud antijurídica, comenzaron a edificar un salón o algo similar con ladrillos y otros materiales de construcción, en una actitud anárquica extrema.

En tales circunstancias aparecieron las autoridades “dormidas” que reaccionaron en contra de los hechos punibles in extremis que todos presenciaban: al fin!!

Por supuesto, lo de siempre: reproches recíprocos del gobierno citadino con el gobierno federal, endilgar inacciones u obstrucciones, responsabilidades políticas y funcionales, ausencia de rigor o ejercicio de policía frente a los usurpadores que debieron ser desalojados hace años. La ilícita construcción fue paralizada por las autoridades.

Es complejo explicar a un profesor de Derecho Público, cómo la inacción gubernativa se convierte en anomia del poder y que ninguna autoridad haga ejecutorio el derecho positivo que debió aplicarse en la primera ocasión en la que se produjo el ilícito contravencional y de faltas y, básicamente la comisión de delitos que tuvieron al espacio público raptado y a la imagen negativa como ejemplo para el mundo pero, en particular, como pésimo ejemplo para los niños y jóvenes que con estas figuras reprochables e ilegales poco pueden aprender.

En el juego de anomias, la principal responsabilidad está dada en la falta de políticas públicas que no vemos instaladas y que demuestran que el orden jurídico no es una simple formulación, sino que debe imperar con racionalidad y con sentido de oportunidad. Otras situaciones visibles, también ameritan ser rápidamente atendidas, pues la ciudad merece ser la que fue y que queremos observar: la Reina del Plata.Contamos con Instituciones aptas; debemos hacerlas actuar con eficiencia para evitar los precedentes negativos.

Autor: Néstor Osvaldo Losa, abogado, (Doctor en Derecho y Ciencias Sociales, Profesor Consulto de la UBA)

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Sabrina Pin
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