Casas sustentables, una creciente elección

Casas sustentables, una creciente elección

11/28/2012 0

Casas sustentables, una creciente elección. Techos verdes, materiales que permiten el ahorro de energía, aprovechamiento del agua de lluvia, sistemas de refrigeración que no requieren electricidad ni combustibles fósiles. Advierten, sin embargo, que los obstáculos culturales para desarrollar este tipo de vivienda son grandes.

Las autoridades del Colegio de Arquitectos regional Oeste-Noroeste están prestando atención a las últimas investigaciones vinculadas con la construcción de viviendas sustentables, es decir, edificaciones pensadas para ser lo más eficientes posible con respecto al uso de la energía. En esto tiene que ver el diseño y la forma de las construcciones pero también son de suma importancia los materiales elegidos para concretar la casa. Barro, madera y paneles prefabricados son algunas de las opciones que se están manejando en el mercado, pero en la Argentina, sobre todo en la región rioplatense –Entre Ríos, Buenos Aires, Santa Fe- las preferencias de los clientes se siguen inclinando hacia la mampostería, hacia la forma de construcción más tradicional e ineficiente, que se está desechando a buen ritmo en los países con más conciencia ecológica, como Italia.

Dadas estas nuevas preocupaciones que están circulando en los ámbitos académicos y profesionales vinculados con la arquitectura y la construcción, se organizaron en Paraná unas jornadas vinculadas a las viviendas sustentables y a las energías más relacionadas con el cuidado del medioambiente. El encuentro –que convocó a profesionales de nivel internacional– fue auspiciado por el Colegio de Arquitectos y organizadas y coordinadas por profesionales de la Fundación Erasus (Energías renovables y arquitectura sustentable), una institución integrada por arquitectos, ingenieros y abogados preocupados por estos temas.

Los avances en estos terrenos han sido muy grandes, las ventajas en cuanto a ahorro de energía y sustentabilidad son indiscutibles pero en nuestra provincia los innovadores siguen chocando con el imaginario local. En Paraná y alrededores hacer una casa es hacerla a mano, ladrillo por ladrillo, y cada ladrillo a su vez elaborado y horneado a mano. El sueño de la casa propia implica una casa sólida, de ladrillos pegados con cemento, con hormigón y otros auxilios de la misma naturaleza. El paranaense medio retrocede horrorizado cuando se le propone, por ejemplo, levantar la casa con bloques premoldeados, o con madera, o con barro. Contra todos estos prejuicios es que tienen que luchar las nuevas tendencias, que siguen avanzando.

Reflexionar sobre estas nuevas maneras de hacer arquitectura,con  el presidente del Colegio de Arquitectos, José Lino Churruarín; la doctora María Cristina Badano y la arquitecta María Gallicchio, ambas autoridades de la Fundación Erasus.

Eficiencia. Entre los temas que se están estudiando ahora en la comunidad profesional y que se abordaron en las Jornadas de Arquitectura Sustentable están las estrategias para volver eficiente una casa. Si bien lo ideal es proyectar la vivienda teniendo en cuenta el ahorro de energía y el cuidado del ambiente, “existe también la posibilidad de retocar las construcciones existentes para hacerlas más eficiente, agregando sistemas y algunas tecnologías para mejorar la arquitectura existente”, se señaló.

Para llevar a cabo estas transformaciones se tienen en cuenta los avances que se han alcanzado en otros países. “Las construcciones nuevas, incluidos los edificios públicos se van transformando. En Italia, por ejemplo, ya es normal exigir un certificado de eficiencia energética al momento de alquilar una casa. Allí se detalla, por ejemplo, cuánto se va a pagar por mes de gas o electricidad”, señaló Gallicchio. Y Badano agregó: “Se tiende a que la casa se autoabastezca sin necesitar excesiva tecnología: se tiene en cuenta la orientación, el aprovechamiento de la luz, las ventilaciones. Si por ejemplo se prevé una cámara ventilada sobre el cielorraso, en verano esto refresca mucho”, dijo..

Uno de los modos más conocidos para proteger a la casa del calor es la terraza verde. “Para ahorrar energía lo mejor que se puede hacer es aislar la vivienda. El pasto cumple esa función: no absorbe el calor y es fresco. No es lo mismo sentarte sobre un hormigón que sobre el pasto”, ilustró en primer lugar Gallicchio. Para cultivar un techo verde, debe construirse en la terraza una pileta aislada, una especie de cajón aislado donde se pone una capa de tierra, con piedras debajo. Allí se genera un jardín. Hay gente que se resiste porque no alcanza a ver las ventajas. “Si tenés una superficie verde no es lo mismo que tengas una vereda de material, en el caso de un departamento, un balcón verde no es lo mismo que una superficie que se calienta y se enfría, irradiando permanentemente calor”, compararon.

Cultura. Hay muchos avances realizados con respecto a la arquitectura sustentable pero es extremadamente lento el ritmo en que estas nuevas modalidades se van concretando en las ciudades. “Se trata de trabajos que se van haciendo paulatinamente para ir sensibilizando a los ciudadanos. Los arquitectos no vamos a hacer el gran cambio, sino la sociedad. Aparte va a empezar a haber situaciones mundiales que van a generar cambios. La idea es entonces ir creando conciencia tanto en la gente como en los colegas acerca de todos estos temas, teniendo en cuenta que no necesariamente se deben utilizar tecnologías de alto costo”, sostuvo Churruarín. “Sólo con el conocimiento apropiado podés hacer una casa mucho más eficiente energéticamente que lo que normalmente hacemos por no tener en cuenta algunos conceptos. La casa en sí tiene que dar abrigo, seguridad y eso se logra con distintos materiales, tanto con una pared de 40 centímetros como con un panel de yeso con un perfil de hierro en el medio. Pero acá culturalmente eso no funciona. Sin embargo, todo va cambiando y tiene un gran dinamismo”, estimó.

Hoy por hoy la gente sigue imaginando la construcción de una casa ladrillo por ladrillo. Por eso, “es difícil entender otros sistemas que por ahí tienen otros beneficios, como por ejemplo la velocidad, pues se construye mucho más rápido una casa con paneles de yeso”, por caso. “Pero no está la cultura para aceptar esto. Con una casa hecha con paneles yeso y cemento tenés mejor acústica, mejor aislamiento, más calidad si la comparamos al ladrillo común pero todo el mundo tiene miedo de que pase alguien, patee la pared y le haga un hueco a la casa. No es cierto, este tipo de construcción soporta viento y tormentas pero la cultura nuestra es estar dentro de un acorazado”, reflexionó Churruarín.

Sucede en todas partes, no sólo en Paraná. “En Buenos Aires participé de la construcción de un edificio liviano, paneles de yeso e instalación de cámara de aire, un edificio muy eficiente, muy prolijo, con la ventaja de que si hay un problema con la instalación se abre una ventanita en la pared con una trincheta”, es decir, no hay que picar paredes para arreglar una pérdida de agua, por ejemplo. “Pero la gente ponía en duda su calidad y la empresa constructora decidió no seguir usando esta modalidad porque no tenía mercado, la gente pedía sólido”, finalizó diciendo.

Cosecha de agua de lluvia

En la época imperial romana a nadie se le hubiese ocurrido construir una casa importante sin un sistema para recoger el agua de lluvia, sobre todo cuando se pensaban las grandes villas de recreación a la orilla del mar en el sur de Italia, una especie de complejos de vacaciones de los nobles y las familias patricias romanas. Así, en el centro del patio –en torno al cual se organizaba la casa– había siempre un estanque de material que recibía el agua de lluvia, que venía canalizada desde los techos de la casa, que solía ser inclinados justamente para eso. Ese estanque tenía un nombre particular, impluvium, y el agua luego era almacenada en una cisterna.

Pasaron los siglos y hace algunos años, frente al nacimiento de una nueva conciencia ecológica, o para enfrentar problemas concretos de escasez de agua dulce, volvieron a idearse sistemas de recolección de agua de lluvia, que tiene su complejidad. Sucede que en la ciudad, el agua que baja de los techos está contaminada con sustancias tóxicas, provenientes de la combustión de los motores de los autos, por ejemplo.

En la ciudad de Córdoba, el Concejo Deliberante estaba analizando hace pocas semanas un proyecto de ordenanza tendiente a regular la cosecha de agua de lluvia en los edificios. El proyecto establece la instalación obligatoria de Sistemas de Ahorro de Agua y es apoyado por entidades ecologistas de Córdoba. “Se debe incluir la obligatoriedad de la cosecha y almacenamiento de agua de lluvia para las nuevas construcciones de cierta envergadura”, se señalaba.

Otras ideas. Pero no sólo puede utilizarse agua de lluvia para tareas que no requieran agua potable, también “se trabaja con el concepto de agua gris, que vuelve a recircular; se trata de agua del lavavajillas que pasa a los sanitarios por ejemplo, tratando de aprovechar el agua al máximo antes de descartarla; y el agua de lluvia también puede usarse para riego”, explicó Cristina Badano, de Erasus (Paraná). En tanto, José Lino Churruarín, aportó que también podría pensarse en aprovechar los sistemas de achique de agua de los edificios. “En el subsuelo de los edificios entra agua. Por eso se ponen un par de bombas para sacarla y que no se inunden los garajes. Sucede que en Paraná hay agua muy superficial, hay napas a un metro y medio o dos metros de profundidad y esta agua se desecha cuando se podría usar para los baños, para regar o lavar los pisos, se podría pensar en una instalación paralela” para distribuirla, propuso.

Fuente: Eldiario.com.ar

Alejandra Gonçalves Mendes
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