Biocombustibles de segunda generación
Biocombustibles de segunda generación son combustibles producidos a partir de materias primas que no son fuentes alimenticias, para lo cual se utilizan tecnologías que todavía están en etapas de investigación y desarrollo y con costos de producción aún muy elevados. Los combustibles de segunda generación serán una alternativa muy efectiva para reemplazar a los combustibles fósiles sin utilizar cultivos alimenticios
A través de la hidrólisis enzimática es posible convertir los residuos agrícolas, de madera, y los potenciales cultivos energéticos en etanol, sin afectar al equilibrio ecológico ni a la cadena de alimentación. Al mismo tiempo, los biocombustibles de segunda generación tienen un alto poder de reducción de emisiones.
Comparado con el proceso tradicional para elaborar etanol a partir de cereales, en el que se aprovecha el contenido en almidón, la producción del etanol a partir de los residuos agrícolas requiere un proceso complejo e intenso para liberar las estructuras poliméricas de los azúcares presentes en la celulosa y en la hemicelulosa, que suponen del 30 al 50 %, y del 20 al 35 % del material de la planta, respectivamente. En el proceso de hidrólisis enzimática se fracciona la biomasa en sus componentes más importantes y se hidrolizan los carbohidratos a azúcares simples para la fermentación del etanol.
La primera planta comercial a escala que fabrique combustible a partir de paja abrió en Italia el año pasado. Desde 2018, todos los proveedores de combustible en el país tendrán que incluir 0,6% de biocombustible avanzado en la nafta y el gasoil (diesel). El uso de combustibles elaborados a partir de granos ha sido un tema muy controvertido en la Unión europea.
El Parlamento Europeo votó para que se exigiera una meta de 2,5% en los biocombustibles avanzados para 2020. Luego el Consejo Europeo formado por los ministros de energía de los países integrantes diluyó esa aspiración a una meta no obligante de 0,5%.
Ahora Italia, por decreto ministerial, determina que toda la gasolina y gasoil deben contener 0,6% de biocombustibles avanzados a partir de 2018. Para 2022, la proporción deberá ser de 1%.